Lectores sin remedio por Ramón Clavijo y José López Romero

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Tuve yo en mis ya lejanos (¡muy lejanos!) años de estudiante universitario a un profesor de crítica literaria, poeta por aquellos tiempos en ciernes y hoy consagrado, que afirmaba, seguramente por su propia experiencia, que el poeta está en permanente búsqueda de un verso feliz, ése sobre el que hace gravitar todo el poema o, incluso, el que puede salvarlo del olvido; pero para esto último, más que feliz, habría que calificarlo de divino. Es posible. Concedámosle a la teoría de aquel profesor al menos el beneficio de lo plausible, porque en esto de la poesía cualquier afirmación puede convertirse en dogma; ese dogma que, a partir de cierto momento como lector, he seguido y rastreado en buena parte de los libros que he leído en busca de ese verso o de una frase, siquiera una, que me iluminara la novela o el poema que estaba leyendo. Y así, me he convertido en subrayador de fragmentos en los que (me atrevo a decirlo) adivino la inspiración celestial que alienta al creador, o quiero destacar por alguna experiencia personal o porque los considero simplemente interesantes. En un principio hacía el subrayado de forma inconstante y apresurada (aún me acuerdo de aquel inicial 'Narciso y Godmundo' de Hermann Hesse), pero con el tiempo he perfeccionado la mecánica y no falta en mi mesa la regla y el lápiz de color (rojo o azul), instrumentos callados pero sabedores de la importancia que les he concedido en mis lecturas. Y así, cuando reviso o releo alguna obra, siempre encuentro la huella que dejé en aquella primera lectura, huella a veces inexplicable pasados los años, aunque en la mayoría reconozco el pálpito que me hizo destacarla sobre el resto de las páginas. Permítanme que, a modo de ejemplo, ponga la última obra que estoy leyendo (aún no acabada), se trata de 'Balas de plata', interesante novela del mexicano Élmer Mendoza. En una de sus páginas he subrayado la frase siguiente: "Como dice Rudy, reflexionó, la comida para que sea buena debe hacer un poquito de daño"; una frase que seguramente responde a mis vivencias personales, más cuando uno ya está amarrado al duro banco del omeoprazol. Y, en la misma página, he subrayado: "Los asesinos carecen de algo que él tiene a mares (se refiere a un sospechoso): aptitud para la tristeza". Una frase que, en mi opinión, salva toda una novela, al margen de la indudable calidad del relato de Élmer Mendoza. Sin embargo, hay novelas y autores que por mucho que he intentado subrayar pasajes, frases o pequeños fragmentos, me ha sido del todo imposible, porque tendría que gastar cajas y cajas de lápices: 'El amor en los tiempos del cólera' o el relato 'El rastro de tu sangre en la nieve' del gran García Márquez, por ejemplo, y últimamente 'Los girasoles ciegos' de Alberto Méndez. De los muchos, muchísimos pasajes que he ido subrayando de esta excelente novela, me quedo con el siguiente: "Él y yo sabemos qué largo es el tiempo sin un beso y ahora, probablemente, no nos quede suficiente para resarcirnos. El miedo, el frío, el hambre, la rabia, la soledad desalojan la ternura". El dedo de Dios.

José López Romero

Libros recomendados:

La Alta Edad Media

Jacques Verger. Sarpe, 1985.

Hace unas semanas en esta misma página reseñábamos la 'Historia de la Edad Media' de Indro Montanelli y Roberto Gervaso, texto que abarcaba prácticamente el mismo periodo medieval que el que aquí presentamos. Dos libros para una misma época (de los siglos V al XIII el de Verger; del V al X el de Montanelli); y sin embargo, complementarios uno del otro porque mientras Montanelli y Gervaso analizan sobre todo protagonistas y acontecimientos, Verger nos presenta una historia que profundiza más en los aspectos sociales (Iglesia, Nobleza, Campesinado y las ciudades), sin descuidar tampoco los hechos históricos más sobresalientes y sus personajes, aunque como francés se centre más en la historia de su país natal. Dos libros publicados en ediciones de bolsillo o económicas (el de Verger se puede encontrar en las ferias de libros de ocasión), que demuestran que la cultura está sin duda al alcance de cualquier economía a pesar de la crisis. J.L.R.

Antonio Machado, poeta del pueblo

Manuel Tuñón de Lara. Laia, 1975.

Aunque don Manuel Tuñón de Lara es más conocido por su labor historiográfica, concretamente por sus numerosos trabajos sobre la historia de España de los dos últimos siglos (XIX y XX), tampoco fue ajeno a los estudios literarios, como perfecto complemento a sus investigaciones históricas. De hecho, durante buena parte de su vida docente fue catedrático de Historia de España y Literatura española en la Universidad de Pau. Aquí traemos un exhaustivo trabajo dedicado al poeta Antonio Machado. Un repaso por la vida y la obra de don Antonio que se lee con la misma facilidad que agilidad tiene el estilo de Tuñón para adentrarse y relacionar biografía, poesía y prosa de uno de los grandes poetas de nuestra lírica. Un trabajo que viene a ocupar un sitio de privilegio en la amplia, inagotable bibliografía que se ha escrito sobre Machado, pero que tiene, a diferencia de otros, la ventaja de su intención o sentido divulgativo. J.L.R.

El tiempo envejece deprisa

Antonio Tabucchi, Anagrama, 2010.

Como todos los años abrió sus 'puertas' en el Retiro, la Feria del Libro de Madrid este año dedicada a Italia, que es tanto como decir a Antonio Tabucchi, el gran escritor italiano que nos dejaba este año inesperadamente en la ciudad de Lisboa. ¿Dónde si no para este italiano enamorado de Pessoa? La obra de Tabucchi es extensa y fascinante, impregnada de misterio pero también de compromiso civil, como si fuera un perfume propio. No recuerdo si a esta página literaria les traje en su día 'El tiempo envejece'. En todo caso lo hago ahora, pues esta colección de historias breves es el mejor ejemplo de la maestría de Tabucchi en este género. Estas historias, desde la de un ex espía de la República Democrática alemana encargado de vigilar durante años a Beltor Brecht, hasta ese hombre que interpreta el lenguaje de las nubes, Tabucchi trata de entender el tiempo, ese que se nos escapa a cada paso que damos. R.C.P.

Al Oeste con la noche

Beryl Markham, Libros del Asteroide, 2012.

Tras muchos paseos entre las calles de esta o aquella librería, a veces topamos con libros que nos sorprenden. Unos por su aspecto, como aquellos pájaros de espectaculares plumajes con los que atraen al sexo opuesto. A veces picamos, pero casi siempre la estética exterior, a más llamativa, nos advierte de que será proporcionalmente inverso el interés de su contenido. En muy pocas contenido y diseño se dan la mano. Sucede con este libro, ya de por sí un acierto de la editorial en rescatarlo del olvido. En él descubrimos una de esas historias que nos hacen dudar si será ficción o realidad. Porque la vida de Bery Markam es una de esas excepcionales que supera la mejor de las novelas. Centrada la narración en Kenia, terminará con las aventuras de una mujer que cruzó por vez primera en un monoplaza el Atlántico entre Inglaterra y Canadá. Un clásico oportunamente reeditado. R.C.P.

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