Cultura

Sumergirse en Virginia Woolf

  • La dibujante isleña Elena Ferrándiz ilustra los tres relatos de la escritora británica editados por Nórdica bajo el título 'Kew Gardens y otros cuentos' La traducción es de Magdalena Palmer

La ilustradora isleña Elena Ferrándiz vuelve a trabajar con la editorial Nórdica. En esta ocasión, se sumerge en el mundo poético e intimista de Virginia Woolf para interpretar desde el dibujo los tres relatos que se incluyen en el libro Kew Gardens y otros cuentos. Son tres textos que Ferrándiz ilustra con la intención de "sugerir y evocar aquello que transmite la palabra, pero sin tratar de ser literal". Independientes entre sí, la ilustradora afrontó además este trabajo conjunto con el reto de dar también a cada relato un enfoque tan individual como el que la escritora otorgó a unos cuentos "llenos de lirismos".

Kew Gardens, Una casa encantada y La marca en la pared son los tres relatos incluidos en esta edición, como siempre muy cuidada, de Nórdica, una editorial que celebra además sus primeros diez años de vida.

En el primero de los textos, Virginia Woolf recrea el mundo de las personas que pasean por el jardín botánico londinense, un mundo bucólico que Elena Ferrándiz refleja dibujando en algunas ilustraciones muy pequeñas a las personas, como insectos, en contraposición a un caracol gigante que se desliza con su habitual lentitud por el jardín.

La luminosidad de estos dibujos contrasta con la penumbra que presiden las ilustraciones de La casa encantada, un texto fantasmal en torno a las sensaciones de una pareja que habitan una inquietante vivienda.

Y La marca en la pared, el cuento más personal del libro, que Woolf resuelve utilizando la primera persona para esparcir recuerdos en un monólogo introspectivo que la ilustradora acompaña con reconocibles siluetas de la propia escritora británica, entre ellas una en la que su cabeza está llena de algunas de las frases del propio relato.

Como queda dicho, Elena Ferrándiz se propone siempre en sus trabajos huir de la literalidad que pueda transmitir el cuento. La ilustradora gaditana, una enamorada de las texturas en sus trazos, prefiere "evocar y sugerir" para que sus dibujos se conviertan en "un valor añadido al texto, como otra mirada. Prefiero generar un ambiente, una sensación y dejar también hueco a la imaginación del lector". Ferrándiz resume su objetivo con una frase de Chéjov: "No me digas que la luna está brillando, muéstrame el destello de la luz sobre el cristal roto". Esta idea rondó la presentación de la obra en Las Libreras, en Cádiz, en un acto que Ferrándiz define como "muy de mujeres: escritora, traductora, ilustradora y libreras... Y por la significación feminista de la propia Virginia Woolf".

Traducido por Magdalena Palmer, Elena Ferrándiz regresa a Nórdica tras sus ilustraciones, también en esa editorial, en El paraíso de los gatos y otros cuentos gatunos y El país de los ciegos, de H. G. Wells.

La autora de historias gráficas propias como El abrigo de Pupa o Hilos de colores destaca la "libertad creativa y la confianza del editor" a la hora de trabajar para Nórdica: "Nunca hay condicionantes y eso hace que trabaje de una forma más cómoda y segura".

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