Cultura

Violetas y verdes profundos

  • La escritora Mariela Arévalo Barquero presenta hoy en el Coloma su primera novela

La fascinación llega en 1798. En unas escrituras, el padre de Juan Barquero lega en vida a su hijo unos bienes para ayudarle en las 'cargas' del matrimonio. En ellas se habla de maravedíes y reales y de sentimientos entrelíneas que maravillan a Mariela Arévalo Barquero. Por un momento, como un dibujo instantáneo que pinta una mano invisible, en la cabeza de la joven florece el árbol genealógico de su familia. He ahí la semilla de 'Los hombres de los ojos violetas' (Letrame), un libro que la autora presentará hoy, a las 20 horas, en el IES Coloma, su casa, donde ha sido durante décadas profesora de inglés. Contará con la introducción de José López Romero.

"Por un momento se me vinieron a la cabeza todas las cosas que mi madre me había contado de niña sobre su familia y donde tiene lugar la cesión de este dinero, en un pueblo de Málaga, donde ella va de pequeñita para reponerse de la guerra y del hambre de Sevilla", relata Mariela. Una primera idea en la que se mezclan una serie de personajes a la que se une una segunda, tras el fallecimiento de la hermana de la escritora, "por la que me surge la necesidad de no desprenderme de ella, de los muertos".

Ojos violetas viene del azul profundo de la mirada de los hombres Barquero, mientras que las mujeres son de un verde esmeralda. "Aunque los protagonistas son los hombres, también las mujeres al final son más los personajes aquí. Un saga que se desarrolla en este libro. Un poco autobiográfico, y aunque hay cosas inventadas, algunas de las más increíbles de este libro son ciertas".

La obra se gestó cuando aún la autora estaba estudiando en la universidad. En un simposio conoció a Salman Rushdie, quien le animó a continuar con la obra, e incluso le pidió él a ella un autógrafo porque le encantó la idea. Total, la novela se fue fraguando con el paso de los años, en los ratos que la creadora podía, hasta que cuando se jubiló, y en unas vacaciones en Portugal, se plantó y dijo "el libro lo acabo ya o ya".

Pero tiene mucho escrito guardado en su casa porque, en realidad, la autora ha vivido rodeada de amantes de la escritura, como su padre, su madre... "Ahora me he consolidado en la novela y estoy ya por la cuarta en la que me dedico a la familia de mi padre, ya que mi abuelo nació en Filipinas. La que presento es la primera y en mi entorno ha gustado bastante, de hecho, la quieren presentar a concurso".

Una obra que ha emocionado a su madre, cuyo padre murió con cinco años. "Le ha gustado mucho, dice que ha sido como revivir su vida". Hubo un tiempo en el que incluso volvieron a veranear a ese pueblo (nombre que la autora prefiere no desvelar). "La gente nos reconocía como las nietas de Juan Barquero, ya que al parecer él fue un personaje. Aprendió a leer solo en el monte junto a las cabras y por las noches enseñaba a leer a la gente en las tabernas. Ir allí fue como constara muchas de las cosas que mi madre me había contado, ponerles forma y color".

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