Cultura

La analogía de la barroca con Kuijken

Desde que Barry Sargent creara la Orquesta Barroca de Sevilla en 1995, este conjunto se ha convertido en uno de los más versátiles del panorama español, debido, entre otras razones, a la nomina de batutas que la han dirigido desde que el músico inglés abandonara su titularidad en el año 2000, trabajando puntualmente a partir de entonces con directores de la talla de Harry Christopher, Christophe Rousset, Rinaldo Alessandrini, Jordi Savall, Eduardo López Banzo, Gustav Leonhardt, aunque desde 2005 Monica Huggett se haya convertido en la principal directora invitada.

Por esta razón no extraña que cuando un histórico como Sigiswald Kuijken la lidera, suene conforme al carácter que el músico belga le imprime.

El programa que escuchamos en Villamarta -que posteriormente repetirían en Córdoba, Cádiz y Sevilla- estuvo formado mayoritariamente por obras de Franz Joseph Haydn: la Sinfonía Hob. 47 'Palíndromo', el Concierto para trompa nº 1 en Re mayor y el Divertimento a 9 Hob. II, 20, concluyendo su intervención con la Sinfonía nº 33 K. 319 de Mozart. Como se podrá apreciar, la Barroca de Sevilla mantiene su distintivo al ceñirse al repertorio de los siglos XVII y XVIII en el que se ha mostrado siempre como verdadera especialista.

Kuijken encaró las partituras de Haydn con el espíritu de reconsideración que le es característico: cuestionando constantemente sus propias interpretaciones; está claro que con su 'Petite Bande' la lectura hubiera sido diferente pero, aun manteniendo unos criterios definidos, se adaptó bien al conjunto bético y lo acercó a su terreno; puede decirse que la Barroca de Sevilla sonó como él quería: bruñida y enérgica, a pesar de que a veces se evidenciaran ciertas desafinaciones.

Considero, sin embargo, que aferrarse a los instrumentos de época, salvando la peculiaridad del timbre -y me refiero a la trompa natural- desmerece a veces la interpretación, sin embargo, el bilbaíno Jorge Rentaría supo hacerse con este difícil y por momentos ingrato instrumento, cuyo aterciopelado sonido encuentra toda su complicidad en el concierto de trompa del maestro austriaco.

Del Divertimento a 9 Hob. II, 20 destacó el precioso e italianizante Adagio, en el que los violines primeros y segundos 'conversan' sobre un fondo del contrabajo.

La conclusión fue una fresca y juvenil lectura de la Sinfonía nº 33 de Mozart en la que Kuijken siguió ostentando su tutela.

Enhorabuena a Cajasol, entidad organizadora de esta cita y patrocinadora de la temporada de conciertos de Villamarta, por su continuo apoyo a la cultura y más concretamente a la música.

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