Cultura

El apocalipsis según Cruise

Basándose en su propia novela gráfica (expresión cursi donde las haya para referirse a un tebeo para adultos, muy propia del suflé pedante que gusta inflar la subcultura) Joseph Kosinski se consagra, tras su debut con el remake-secuela de Tron, como otro gran nombre de las máquinas digitales de hacer dinero. O, mejor, le consagra su intérprete y coproductor, Tom Cruise, muy a gusto en este personaje hecho a su medida y en esta película hecha a sus ambiciones de interpretar cine de acción que ofrezca, o finja hacerlo, algo más que efectos. Esto puede gustar a quienes creen que Matrix es un ensayo filosófico, pero también puede aburrir a quienes van a lo que van cuando eligen este tipo de películas. Afortunadamente para unos y otros ese algo más es tan tontamente lioso y el espectáculo es tan potente que todos deben quedar satisfechos.

Nuestro planeta ha sido arrasado tras una guerra con los extraterrestres. Todos se han ido. Queda una guarnición de vigilancia y reparación. Pero ustedes ya saben que todo solitario vigilante de un planeta devastado debe dejar de ser ambas cosas -solitario y vigilante- para que el argumento prosiga. Desde El mundo, el demonio y la carne hasta Wall.E (con las que, por cierto, Oblivion tiene mucho que ver) no existe película de héroe solitario en la que este no deje de serlo, casi siempre gracias a una presencia femenina. En esta ocasión el héroe está casado y la presencia femenina que siempre aparece por sorpresa trayendo perturbadoras revelaciones se suma a otros personajes que, además de superpoblar el planeta desierto, le demostrarán que las cosas no son lo que parecen. El héroe simple y positivo se convertirá entonces en un héroe complejo y atormentado. Hasta donde el guión y Cruise den de sí en lo que a complejidad y tormentos se refiere, claro.

La combinación de referentes -desde las ya citadas El mundo, el demonio y la carne y Wall-E hasta 2001, El planeta de los simios o Mad Max- y el entrecruzamiento de historias mil veces contadas -variaciones sobre el tema del soldado al que los rebeldes abren los ojos para ponerlo de su lado- convierten a Oblivion en un puzle en el que las piezas, además de sobradamente conocidas, no siempre encajan bien.

Las pretensiones del argumento son pueriles. El desarrollo del guión ofrece algún buen punto de giro. Cruise hace de Cruise… hasta con papel carbón. Nicolas Coster Waldau y Morgan Freeman pasaban por allí. Esa gran actriz que es Melissa Leo está desperdiciada, aunque le da tiempo a interpretar el mejor plano de la película. Olga Kurylenko pone la misma cara de sufrir que en To the wonder; ¿no tendrá otra? Los efectos son buenos, faltaría más. Y el diseño de producción -desde las naves a las ruinas de Nueva York- es lo mejor. Entretenida y espectacular, da lo que promete. Y de propina regala una cucharada de filosofía innecesaria que ha inspirado a algún malvado crítico americano definirla, dadas las aficiones de Cruise, como una película de cienciología-ficción.

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