Cultura

El arte de copiar

  • La editorial sevillana Extramuros lleva más de cuatro años publicando facsímiles con una moderna técnica que respeta con pulcritud la edición original · Una publicación de 1793 de las 'Cartas marruecas' de Cadalso fue su primer libro

La humanidad debe a los amanuenses una herencia literaria fundamental. La paciente y entregada labor de estos copistas -escribas egipcios, siervos romanos o monjes medievales- permitió durante siglos la transmisión puntual de historias y leyendas clásicas que, de otra forma, igual hubieran sucumbido al paso de los años si acaso no lo hubiera impedido la tradición oral. La imprenta revolucionó la escritura y contribuyó decisivamente a la difusión de los textos que antes sólo podían ser copiados a mano. Los tiempos vuelven a cambiar, y en esta era digital la copia se ha perfeccionado de tal manera que una editorial como Extramuros, dedicada exclusivamente a la publicación de facsímiles, ha colocado ya en el mercado alrededor de 700 libros de un valor histórico y sentimental incuestionable. Ellos son los nuevos amanuenses que vuelven a demostrar que copiar puede llegar a ser un arte.

Extramuros nació en 2005. Más bien se podría decir que comenzó a gestarse ese año, como si de un embrión se tratara, en el seno de un proyecto empresarial que destinó casi un año y medio a preparar el futuro con mimo y pulcritud, a formarse, a entender bien las modernas técnicas de copia, a no lanzarse al vacío, sino a tratar de garantizar que el camino emprendido era el correcto. Así lo explica el editor, Manuel Iglesias, quien recuerda que con la gestación completada Extramuros pudo dar a luz su primer facsímil, de origen gaditano por cierto: Una edición de las Cartas marruecas de José Cadalso editada originalmente en 1793 en una imprenta madrileña.

De aquella manera cuajó en 2007 este proyecto andaluz, con sede en la localidad sevillana de Mairena del Aljarafe, que cada mes saca al mercado entre 15 y 18 obras con tiradas muy pequeñas, a lo sumo 200 ejemplares, para adaptarse sin demasiados problemas a las exigencias del mercado de los facsímiles, que no funciona con la lógica editorial de las nuevas novelas o de las reediciones de las obras más célebres o esperadas. Porque aunque en la labor de Extramuros puede haber hueco para el romanticismo, con la recuperación de volúmenes cuyo encanto han crecido con los siglos, también hay espacio, como reconoce Manuel Iglesias, para lo comercial, para la búsqueda de una lógica e imprescindible rentabilidad.

Las nuevas tecnologías, desde luego, han venido a facilitar los objetivos de Extramuros, una editorial que echa mano del escáner cenital o aéreo para copiar unas obras que, de esta forma, apenas sufren algún tipo de manipulación.

Esta es, según relata el responsable de la editorial, una de las premisas que los propietarios de las obras originales exponen a la hora de acordar la edición de un facsímil. Hay que tener en cuenta que los volúmenes elegidos acumulan años de antigüedad, generalmente siglos, y quienes los custodian con celo desean también que sean tratados con el mismo cuidado.

Extramuros, que mantiene convenios con varios archivos, bibliotecas o universidades, garantiza un proceso de copia pulcro. El escáner funciona aproximadamente a un metro y veinte centímetros del ejemplar seleccionado y el archivo digitalizado, que pesa entre 50 y 100 gigas por libro, se lleva a las instalaciones sevillanas de la editorial. Allí se realiza una preimpresión en la que las mejoras se limitan a quitar las manchas de humedad que pudiera tener el original.

Porque otra de las características que destaca Manuel Iglesias es la intención de que el facsímil se acerque lo más posible a la manera en que fue impresa la obra. Así, se respetan portadas, tipografías e, incluso, erratas o fallos, de manera que ni siquiera se añaden anotaciones a pie de página más allá de las que pudiera contener el propio original.

Esta labor de arqueología literaria permite que los libros lleguen a manos del lector manteniendo prácticamente intactas las características de su centenaria primera edición, lo que aumenta si cabe el valor de un texto que encierra el sabor y el encanto de la época en la que fue escrito. La literatura, quien lo duda ya, es universal y ahora, además, eterna.

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