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De aquellos bellos postulados estos compromisos pictóricos

De aquellos bellos postulados estos compromisos pictóricos

De aquellos bellos postulados estos compromisos pictóricos

Existen jóvenes artistas que manifiestan que lo son en las primeras obras que realizan; jóvenes dotados de la suprema potestad de la creación y poseedores de una clarividencia artística fuera de serie y que dejan entrever un futuro lleno de diáfanas perspectivas. En esta afortunada situación se ha encontrado Rafael Laureano desde que era, prácticamente, un niño. Los que lo conocimos en su iniciático periodo de formación lo tuvimos muy claro que sería alguien que daría que hablar. Tanta era su facilidad pictórica, su delicado dibujo, exacto y determinante, su clarividencia conceptual, su perfección compositiva; en definitiva, su trascendencia creativa que lo capacitan para afrontar cualquier situación por difícil que ésta fuere.

No es fácil, en los tiempos que corren, decidirse por la figuración; ésta ha desarrollado demasiados desenlaces repetitivos, con escasa dimensión y mínimo carácter, con una pintura casi idéntica donde se le concedía equívoca primacía a un efectista virtuosismo epidérmico. Ha existido excesiva sobrevaloración de una realidad a la que se manifestaba con poca justicia y mucha similitud, generándose una pintura amable, realizada por autores que están en la profesión por la poca exigencia que existe y por el desconocimiento patente que rodea a un Arte que, sin duda alguna, necesita de mucho más; sobre todo de artistas con personalidad, valientes y sometidos a los mejores y a los mayores planteamientos.

Rafael Laureano es uno de los jóvenes pintores que realiza una figuración más valiosa y llena de sentido. Con ella, con una pintura de sabia conformación, estructurada desde una técnica sin fisuras, contundente dibujo y exacta ilustración de lo real, da un paso adelante y envuelve de especialísimas circunstancias formales y significativos una realidad que provoca mucho más de aquello que el ojo vislumbra. Para esta comparecencia jerezana, el joven artista sevillano realiza un guiño a la tradición, a esa pintura figurativa tradicional, pulcra en su aspecto formal pero sin excesivos postulados conceptuales; a ella le impone una nueva dimensión. Se vale de ella, pinta con solvencia y poderío el entorno urbano, personajes tradicionales, escenas históricas y artísticas y le añade una nueva posición distintiva, diferente y determinante. Rompe, con ello, el hilo argumental de lo tradicional, de la mera representación sabiamente distribuida, y le concede una nueva potestad ilustrativa que diluye los márgenes de lo real y conduce la mirada por un nuevo estamento mucho más comprometido con los tiempos y el concepto moderno de una figuración que da un paso más adelante que la plasmación escueta de lo real.

La exposición nos vuelve a presentar a un artista poderosísimo, valiente, sabio ejecutor de una pintura constituida con precisión, con soltura, con trascendencia y, además, dotándola de una nueva y atractiva realidad.

Rafael Laureano es un artista al que hay que tener muy en cuenta, cercano y seguir con entusiasmo porque es uno los pintores en quien creemos y del que estamos seguros. Su obra es un valor que ofrece duda.

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