Fantástica, EEUU, 2014, 106 min. Dirección: Dean Israelite. Intérpretes: Jonny Weston, Sam Lerner, Ginny Gardner, Sofia Black-D'Elia y Amy Landecker. Guión: Andrew Stark y Jason Pagan. Fotografía: Matthew J. Lloyd.

Otra de viajes en el tiempo. Tomémoslo como homenaje al recientemente desaparecido Rod Taylor, que interpretó en 1960 una adaptación del clásico de H. G. Wells. En este caso estamos más cerca de las comedias adolescentes derivadas -por citar sólo títulos recientes- de El efecto mariposa, por el lado del ir y venir en el tiempo, y de Chronicle, por el lado de unos jóvenes metidos a aprendices de brujos. Partiendo de una idea clásica de los relatos de fantasía, el hallazgo de unos planos que permiten construir un ingenio, un grupo de jóvenes se entretiene en viajar en el tiempo, sobre todo para ajustar cuentas con matones de instituto, ganar a lotería, asistir a conciertos o remediar fracasos escolares. Pero -y esto es otro clásico de estos relatos- pronto descubren que modificar el pasado tiene efectos no siempre deseables sobre el presente y el futuro, como ya dejó claro El sonido deltrueno de Peter Hyams en la que los viajeros del tiempo que, disfrutando de los Time Safari, se cargan la ciudad de Chicago.

Project Almanac tiene la misma moraleja de fondo, aunque el tono dominante es el de una comedia juvenil en la que se intentan introducir sin mucha convicción unos gramos de sentimentalismo y una lección. Lo peor -pero para sus adictos lo mejor- es su adscripción a la estética YouTube como evolución del fastidioso estilo supuestamente libre y de cámara en mano que, sin ser una novedad, popularizó El proyecto de la bruja de Blair. Un fatigoso ejercicio de imagen saltarina que resultará familiar a los afectados por la enfermedad de grabarlo todo (y, aún peor, verlo) y por ese formidable enemigo del cine (algunos dicen que es un cómplice) que son los videojuegos. Aunque para saber de qué va la película basta decir que tras ella están MTV y Michael Bay.