Cultura

Los contrastes de Pepe Cano

LA figura de Pepe Cano ha estado muy presente en el discurrir expositivo de esta ciudad. Fue el gran Manolo Alés quien lo introdujo en Jerez, allá, por los primeros años de la década de los noventa, en una esclarecedora muestra de Artistas del Campo de Gibraltar. Pepe expuso un magnífico lector de periódico que, a este que esto les escribe, encantó. Más tarde, Pedro Muñoz le abrió las puertas de la Sala Pescadería a una recordada exposición titulada 'Camas y cobertores'. La iconografía de Pepe Cano conquistó a los amantes del arte. Después vendrían individuales en El Laberinto de Juan Carlos Crespo y Carmen Guerrero y en Belén de Ramón Martín y Paloma Caparrós, así como alguna comparecencia en colectivas. Ahora, cuando una nueva Galería de Arte ha hecho su aparición en Jerez para el bien de la creación, ha contado con la participación de la pintura de Pepe Cano para su expectante y esperanzadora programación.

Pepe Cano es un espléndido relator de historias sencillas. Lo lleva haciendo desde hace mucho tiempo con esa exquisita pintura donde la realidad muestra su mejor y más feliz aspecto. Con su obra nos hace creer en un mundo sin dobleces, amable, de fácil manifestación y entrañable cotidianidad. Con muy poco, nos cuenta mucho porque en su trabajo predomina una economía de medios que redunda sabiamente en ese bello final que argumentan unos personajes muy a lo Pepe Cano. Y es que, el autor linense, es el creador de una iconografía humana de mínimos esquemas compositivos, escuetos aderezos interpretativos y escasas exuberancias representativas; con ello nos muestra un sujeto cercano, de apariencia bobalicona y cortas luces que también protagoniza una existencia sencilla y sin demasiados desajustes. La humanidad de Pepe Cano transita silente por unos escenarios simples, sacados de una historia cotidiana muy bien contada donde todo es susceptible de poder ser llevado a cabo sin extravagancias ni falsedades.

La pintura de Pepe Cano ilustra una realidad a contrapelo que el autor hace entrañable, cercana, sugestiva y absolutamente inquietante. Sus personajes manifiestan desarrollos paralelos a los de la propia sociedad pero dejando constancia que ésta plantea muchos esquemas que rozan el surrealismo existencial, y en esto Pepe Cano es maestro. Su mirada está cargada de fina ironía, de gestos sublimes susceptibles de un doble juego, que marcan rutas cómplices, guiños mordaces que acentúan el espíritu abierto de una pintura única e intransferible. Estamos ante un Pepe Cano, en más Pepe Cano que nunca, con una humanidad que plantea circunstancias, de nuevo, tremendamente atractivas. Otra vez su figura aparece yuxtapuesta a una serie de circunstancias simbólicas, a ciertas connotaciones metafísicas, donde se circunscribe una ambigua metáfora de esa realidad que Pepe Cano tan exquisitamente plantea.

En esta comparecencia jerezana, el artista campogibraltareño nos sitúa en un capítulo más de esa historia de imposibles reales que él nos relata con ese fino pincel que describe una sociedad de fáciles encuadres donde habita esa figura - patrimonio indiscutible del artista - que llama poderosamente la atención, con esa enigmática mirada, esa estructura ilustrativa ambigua, esa manifestación de una personalidad compleja donde, lo bueno, lo malo, lo contrario, lo posible, lo imposible, lo real, lo imaginado, se deja sentir junto a ciertas posiciones donde, también, habita el miedo, la melancolía, la tristeza, la esperanza y la desesperanza.

Otra vez, Pepe Cano fiel a la cita con un Jerez que siempre lo ha acogido como su poderosa obra merece.

Pepe Cano

Galería Daza

Jerez

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