Lectores sin remedio por Ramón Clavijo y José López Romero

Otras tres cosas

QUE el número tres es uno de los grandes números de la historia de la humanidad, lo atestigua la enorme cantidad de elementos que en torno a este número se distribuyen y agrupan, por poner un ejemplo, léase la cita "somos figuras de una fábula y es justo recordar que en las fábulas prima el número tres… Los tres dones del hechicero, las tríadas y la indudable Trinidad", del aquel hermoso cuento de Borges titulado 'El espejo y la máscara'; o como hace unas semanas comentábamos las tres cosas que ningún joven inglés del siglo XIX era capaz de hacer al criterio del Dr. Gylmore, personaje de 'La dama de blanco' del novelista Wilkie Collins; y así también el más grande de nuestros escritores, D. Miguel de Cervantes, en 'Los trabajos de Persiles y Sigismunda' (el 'Persiles', para el común), novela que, al igual que Collins con Dickens, ha quedado inmerecidamente oscurecida en la producción de Cervantes por el 'Quijote' y por las 'Novelas Ejemplares', nos plantea asimismo una afirmación basada en el número tres: "Por tres cosas es lícito que llore el varón prudente: la una, por haber pecado; la segunda, por alcanzar perdón dél; la tercera, por estar celoso; las demás lágrimas no dicen bien en un rostro grave". No nos debe resultar extraño que en una sociedad y en una época en las que el llanto de un hombre no era precisamente lo más frecuente ni lo mejor visto (sin duda herencia de nuestro ser español es la frase "los hombres no lloran", que inculcamos a nuestros hijos), Cervantes restrinja las lágrimas varoniles a tres sucesos y siempre con la condición expresa y previa de la prudencia. Tres situaciones que, a pesar de las fuentecillas de sabiduría que manan de las páginas del 'Persiles', no son lamentablemente en la sociedad actual y en los tiempos que corren ni de rabiosa actualidad ni lo más visto. Ya no se llora por pecar, porque hemos perdido el sentido y el carácter trascendente del pecado, y menos aún lloramos por pedir perdón por los errores cometidos, sencillamente porque nos cuesta mucho reconocer que hemos errado. Y por celos nunca lloraría un hombre prudente, porque de imprudentes e impertinentes es tenerlos, como nos enseñó el propio Cervantes en su novelita 'El curioso impertinente', engastada en la primera parte de la vida de su gran hidalgo, o más claramente en 'El celoso extremeño', una de sus mejores novelas ejemplares. "Las demás lágrimas no dicen bien en un rostro grave", termina en sentencia la frase del 'Persiles'; la gravedad y la prudencia son virtudes que deben adornar a un hombre de bien, ése que es capaz de llorar por sus pecados y de la misma manera por pedir perdón por ellos. Pero está visto que o se nos metió tan adentro, hasta la masa de la sangre la frase de que "los hombres no lloran", o los que deben llorar están muy lejos de ser prudentes y graves. A veces unas cuantas lágrimas nos harían bien a todos, aunque solo sean por higiene moral.

José López Romero

Libros recomendados:

El sentido de un final

Julian Barnes, Anagrama, 2012.

Aunque el tiempo parezca que nos aleja de hechos y situaciones, muchas veces un suceso, algo inesperado vuelve a introducir en nuestra vida ese pasado que creíamos definitivamente superado. En esta espléndida novela se trata de las imprevisibles consecuencias de hechos del pasado, en este caso de cómo Tony Webster a raíz de una inesperada herencia vuelve a toparse con el recuerdo de un viejo amigo de la adolescencia ya fallecido. Tony, ya en la madurez, vive retirado cuando le llega a través de su abogado una carta de Sarah Ford, la madre de Verónica, su antigua novia, en ella le da cuenta de que le ha legado 500 libras y un manuscrito. El manuscrito son los diarios de Adrián, su gran amigo de la juventud, y al que tras un trágico suceso todos, incluido él, dieron la espalda. Ahora, cuando ansioso trata de recuperar esos diarios, Verónica que los tiene en su poder, se niega a entregárselos. A partir de ahí crece la intensidad de esta sorprendente historia. R.C.P.

La cacería

Alejandro Paternain. Alfaguara, 2012.

Es este uno de los libros con los que más he disfrutado en mucho tiempo. No conocía al autor ni su obra (algo que ahora he remediado en parte), y solo una pequeña referencia sobre la novela encontrada en uno de los muchos blogs literarios que circulan por la red, me impulsó a su lectura. Hay que decir que es tanto una novela histórica como, y sobre todo, una novela de aventuras cuyo escenario es el mar, o mejor dicho, la cubierta de los navíos a vela que surcaban las aguas de medio mundo. En este caso serán dos navíos en concreto, el Espíritu Santo, al mando del capitán portugués Brito, y la Intrépida, nave corsaria, comandada por John Blackbourne. La primera persigue implacablemente a la segunda en el marco histórico de la independencia del Paraguay, cuando este territorio antes de su liberación en 1828 pasaría indistintamente por manos españolas, portuguesas y brasileñas. Aventuras que nos devuelven los ecos de Stevenson, Defoe o Conrad. R.C.P.

Tres poetas a la luz de la metáfora

Vicente Cabrera. Gredos, 1975.

Los tres poetas a los que se refiere el título de este ensayo no son otros que Pedro Salinas, Vicente Aleixandre y Jorge Guillén, es decir, lo más granado y representativo de aquella época dorada de la poesía española, que fue la denominada Generación del 27 (junto con Lorca, Alberti, Cernuda y otros). Y la colección en que vio la luz este libro no podía ser otra que la Biblioteca Románica Hispánica, de la editorial Gredos, la más prestigiosa de cuantas han existido y existen en los estudios filológicos hispánicos. No hay poeta de la G. 27 que no cuente en esta colección con su monografía autorizada y rigurosa, por lo que este trabajo de Vicente Cabrera abunda en uno de los rasgos más definidores y fundamentales de estos grandes poetas: la metáfora, y en torno a ella se nos ofrece un repaso de la obra poética de estos grandes del siglo XX. Poetas exquisitos, maestros en el dominio de los recursos líricos, cuyas claves podemos comprender en este trabajo. J.L.R.

Estudios sobre poesía española contemporánea

Luis Cernuda. Guadarrama, 1972.

Y ya que recomendamos textos sobre la G. 27 y de sus grandes y celebradas figuras, traemos aquí un buen ejemplo de cómo algunas de éstas no se limitaron a la creación literaria, sino que incluso profundizaron en la literatura de su época a través del conocimiento de primera mano que de ella tenían. Así, si famosa sigue siendo la colección de ensayos que Salinas publicó bajo el título 'Literatura española del siglo XX', como tan imprescindible es 'Lenguaje y poesía' de Jorge Guillén, Cernuda nos dejó esta serie de trabajos que agrupó en este volumen, a través de los cuales recorre el poeta desde los últimos decimonónicos (Campoamor, Bécquer y Rosalía de Castro), pasando por el Modernismo y el 98 (magníficos los estudios dedicados a Antonio Machado y a Juan Ramón), hasta llegar a su generación. La visión autorizada de uno de los grandes protagonistas de la poesía del siglo XX. J.L.R.

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