Crítica de Cine

El eficaz recurso de la fiesta disparatada

Después de tres comedias de éxito creciente, el dúo Nakache y Toledano dio el pelotazo con Intocable, la tercera película con mayor recaudación de la historia del cine francés tras La gran juerga de Oury y Louis De Funes y El quinto elemento de Besson, y la segunda película francesa, tras Lucy de Besson, con mayor recaudación mundial. Tras Intocable, ni Samba ni esta C'est la vie -que ocupó el cuarto lugar entre las películas francesas más taquilleras de 2017, pero el decimocuarto entre las recaudaciones generales- han tenido tanto éxito. Tal vez por eso, tras explotar el filón cómico sentimental y bienintencionado, en este caso pasen de la trama centrada en pocos caracteres al formato de película coral y de la comedia al disparate cómico, centrándose en los caóticos preparativos y el accidentado desarrollo de una boda cara, hortera y con pretensiones en un castillo francés.

El resultado divertirá a quien no pida inteligencia a la risa. No estamos precisamente -ya que de cine francés, una fiesta y un castillo se trata- ante La regla del juego de Renoir. Ya lo sé, es una exageración: Renoir es uno de los nombres mayores del cine mundial y esta una de sus obras maestras. Tampoco estamos en el castillo de Tonquédec de la esperpéntica Que la fête commence de Tavernier. Y, saliéndonos de Francia, tampoco ante El guateque de Edwards u otras muchas grandes comedias de fiestas fallidas. Pero dejemos ya de transparentar nuestra edad. Son otros tiempos. El cine europeo está como está porque su público es el que es y para conquistarlo hoy todo es más fácilmente elemental, el humor más tosco, los gags más físicos, los diálogos menos ingeniosos, los caracteres menos trabajados y los intérpretes menos sutiles. Aunque hay que agradecerle a la película un muy buen reparto -en parte desaprovechado- y una factura artesanal irreprochable. Gracias a esta conjunción de facilonería y oficio, aunque a años luz de la multimillonaria Intocable, ha tenido un notable éxito. ¿Divierte? Sí. Pero como lo hacían las películas de Louis de Funes, eficaces pero no precisamente sutiles.

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