Jesús Carrasco · Escritor

"Hay que entender de dónde venimos"

  • La Feria del Libro acoge la presentación de 'La tierra que pisamos' (Seix Barral), una novela en la que se entrelazan diferentes universos históricos como la Guerra Civil o el colonialismo.

—¿Cómo ha sido afrontar otra novela tras la buena acogida que tuvo ‘Intemperie’ ? 

—La tierra que pisamos me ha supuesto un esfuerzo importante en estos últimos tres años. Pero ya había avanzado mucho con ella antes de que se publicara Intemperie, así que, en gran parte, su trabajo es ajeno a lo que pasó con el éxito de la que fue mi primera novela publicada. Eso hizo que tampoco tuviera la tentación de buscar el perfil de lo que llaman “el lector ideal” ni que pensara en lo que ese lector pudiera buscar. 

—’La tierra que pisamos’ se define como una ucronía: con los mismos mimbres, un techo distinto de lo que fue la historia. 

—La novela gira en torno a la primera idea, que fue la de construir el personaje del prisionero, con una historia en la que estuvieran muy presentes las sensaciones de pertenencia a la tierra y desarraigo. Conforme se va desarrollando esta idea aparecen Eva y Iosif y el tema del territorio ocupado, que es en un paraje extremeño. Quería que esa parte de relación con la tierra fuera muy importante. Lo que se cuenta no ha sucedido nunca en la historia, pero entra dentro del contrato del escritor de ficción el poder hacer con la realidad lo que quiera. 

—La referencia, inevitable y oblicua, son los horrores de la Segunda Guerra Mundial. 

—Quería contar algo que no ha existido, el tema de la ucronía, pero también quería emplear algo conocido, que estuviera metido en el imaginario colectivo, que sirviera de referente directo para que el lector comprendiera lo que se le contaba. Así que se me ocurrió utilizar esas imágenes reconocibles del horror para generar un mundo absolutamente nuevo. De hecho, la novela mezcla elementos de varios momentos conocidos: uno es la II Guerra Mundial; otro, la Guerra Civil española y por último, el colonialismo. 

—Lo mejor de cada momento, desde luego...  En este contexto, con Extremadura como escenario, es inevitable pensar en la matanza de Badajoz.

—Hay un guiño. Mi familia formó parte del drama: ahí murió mi abuelo paterno.Al tener lugar en Badajoz, lo vi apropiado.

—Además, sobre toda la historia, tanto en la relación de los personajes con la tierra como en cierta conclusión de la explotación del territorio, sobrevuela una conciencia medioambiental. La relación con el medio es también nuclear en ‘Intemperie”. ¿Cómo le surgió esa vinculación? 

—Creo que es algo natural, por forma de ser, por carácter, forma parte de mis preocupaciones quizá desde que tengo uso de razón cuando, con 13 o 14 años, comenzó a hablarse del agujero en la capa de ozono, que fue quizá el primer tema medioambiental en adquirir alcance popular y en llegar a los informativos. He intentado implicarme con estas cuestiones desde el principio. Por otro lado, soy de pueblo, y eso me ha dado una implicación aún más directa y emocional. 

—Sin tierra no hay dignidad. Un concepto clásico que sigue vigente aunque con otros parámetros.  

—Más allá de lo que podía ser una pequeña moda, vemos que hay mucha gente tomándoselo en serio. Me parece bien la vuelta tal vez no al campo, sino a los valores de la tierra. Para mí eso es fundamental. Lo que hemos perdido en esa vida de antes es el ritmo, y me parece una reivindicación natural que pidamos vivir de otra manera, más lentamente, porque vivimos absolutamente acelerados. En esa huida al campo está el reclamo por una vida más tranquila. 

—Dice Eva, uno de sus personajes:“A los sometidos se les supone trabajo, abnegación y fatalismo. Ni valentía ni heroísmo”.Parecemos empeñados muchas veces en hacernos un destino trágico y fatalista a fuerza de repetirlo. 

—Es propio de este país y de muchos: la capacidad para quedarse atrás y no avanzar de manera luminosa y positiva. A mí me gusta ese concepto que desarrolló Salvador Pániker, que decía que para avanzar hacia adelante hay que avanzar también hacia atrás, una idea que aplicaba en sociología, pensamiento, poesía... Lo que nos ocurre tiene que ver con descubrir quiénes somos. Ahí está una gran parte de la esperanza, de ir hacia adelante, de hacer una sociedad cada vez más justa... De manera individual y en conjunto, hay que mirar hacia atrás y comprender el lugar del que procedemos. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios