Cultura

Un esbozo de zambomba

  • La Peña Tío Juanichi 'El Manijero' lleva Villamarta un espectáculo demasiado lineal y en el que las continuas bulerías acabaron por empachar al público

Cante: David Carpio, Fernando Soto, Juanillorro, Luis de Pacote, Rosario Soto y Tamara de Tañé. Guitarras: Manuel Parrilla, Miguel Salado y Pepe del Morao. Violín: Bernardo Parrilla. Artista invitado: Juan Moneo El Torta. Componentes de Coro: Rafael Fernández Junquera, Manuela Fernández, Malena Soto, María del Mar Barea, Cristina Barea, Sandra Zarzana, Manuela Fernández Martínez, Carmen Medina, María García, Ana Toro, Rocío Toro y Rafael Fernández. Textos: Diego Fernández Suárez. Narrador: Antonio Junquera. Dirección musical: Manuel Parrilla. Dirección: Diego Fernández Suárez. Día: 4 de Diciembre de 2009. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Casi lleno.

Representar un espectáculo navideño en el Villamarta se ha convertido de unos años a esta parte en una asignatura delicada. Echar la vista atrás y comprobar el regusto dejado por otras entidades ha pasado a ser la principal vara de medir del público, acostumbrado al villancico más tradicional. Quien va a dicha función no quiere saber de dramatizaciones, ni de escenografía, ni siquiera le importa una buena iluminación. Quieren villancicos y degustar y respirar el ambiente navideño más clásico. El resto es secundario.

Bajo estos parámetros, si se busca una nueva alternativa, arriesgar con algo diferente, que ya de por sí tiene su mérito, supone una dificultad más, y de no ser guiada por el camino correcto puede conducir a la decepción generalizada. Y es que el espectáculo formulado por la peña Tío Juanichi El Manijero acertó en el fondo, pero no en la forma. El público sufrió un empacho de bulerías agotador, sobre todo en la segunda parte, y se desaprovecharon los infinitos recursos que copaban el escenario porque a algunos, entre los que me encuentro, se quedaron con las ganas de haber oído voces tan sugerentes como la de Carmen Medina o Malena Soto interpretando un villancico de verdad (su aportación individual se basó en tres letras por bulerías) o exprimir el repertorio de Rosario y Fernando Soto, dos artistas colosales sobre el escenario.

Sin ahondar demasiado en la escenografía, casi inexistente, el montaje ya comenzó descuadrado. Una narración eterna aburrió a más no poder, primero porque apenas se oía y segundo por su extrema duración. Si de por sí en el teatro cinco minutos de lectura son interminables, diez son una pesadilla.

Una nana interpretada por Rosario Soto y acompañada por el maravilloso violín de Bernardo Parrilla abrió la función, a la que le siguieron tres estrofas de cante de trilla con alusiones a la navidad ejecutados por Luis de Pacote. Era una idea atrevida, pero al público le gustó sobre todo gracias al desparpajo del cantaor jerezano, un artista oculto bajo un registro particular, pero que canta 'pa rabiá'.

Con la totalidad de protagonistas ya sobre el escenario fue Tamara Tañé la que tomó el mando. El clásico 'Cantaba José' caló hasta en el anfiteatro merced al poderío de su garganta. La joven artista ha reposado su cante, matiza cada vez más los agudos y posee una profundidad sonora como pocas. Aquí, el violín de Bernardo siguió dando ese toque contemporáneo y otorgando más sobriedad aún al villancico.

La cosa prometía, más si cabe cuando David Carpio interpretó la siguiente pieza. Sin lugar a dudas fue la mejor aportación musical de la noche, no sólo en cuanto a realización, el 'plazuelero' estuvo colosal, sino también en cuanto a arreglos. Las guitarras de Pepe del Morao, Manuel Parrilla y Miguel Salado sonaron a Jerez. Ese rasgueo largo y pronunciado habitual en la derecha del desaparecido Parrilla avanzó una pieza por fandangos, de la que se pasó a 'Los caminos se hicieron' y culminó por bulerías con aires de San Miguel y Santiago. Todo con una pulcritud acústica extraordinaria y una voz 'sentía' y transmisora.

Tras un tema por tangos interpretado por Pepe del Morao y Miguel Salado y arropados por el violín Bernardo y el villancico Los Caminos se hicieron cantado a coro, se dio paso a uno de los momentos más esperados. El Torta apareció de blanco inmaculado y con la guitarra de Manuel Parrilla finiquitó la primera parte con Los Campanilleros. Juan, más pendiente del atril donde estaban las letras que otra cosa y teniendo que recurrir a las gafas para poder leer, dejó su impronta y sello personal en el villancico en el que arañó el alma en un segundo tercio espectacular. Lástima que no tuviese sus cincos sentidos en lo que hacía porque hubiese sido para enmarcar.

La segunda parte arrancó con fuerza, primeramente con un original tema, 'Lazos de colores', una alboreá rematada por bulería en la que las protagonistas inundaron el patio de butacas de pétalos de rosa; y seguidamente con 'Tin, tin, Catalina', un villancico en el que la gracia de Juanillorro se ganó al público.

Lo mejor de este periodo estaba por venir. Tamara de Tañé y David Carpio, en un dialógo cantado, interpretaron 'San Gabriel', del Romancero Gitano de Lorca, que concluyó a dos voces. Espléndido.

La noche ganó enteros con el cante de Fernando Soto, un artista de los pies a la cabeza y que desprende talento con un leve gesto. Al de Santiago le tocó lidiar con 'Debajo de la hoja', un villancico al que engrandeció Torrito. Su saber estar, sus braceos y su trabajada voz levantó al público en la que fue una de las mayores ovaciones de la noche. Su contribución, algo escasa para lo que pudo dar, la cerró con un tema de su próximo disco y en el que de nuevo se ganó el aplauso. Fue quizás el punto de inflexión porque a partir de ahí el nivel decayó. Ni siquiera la aparición de El Torta, poco inspirado, levantó los ánimos de un Villarmata que se fue con la sensación de no haber visto una verdadera zambomba.

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