Cultura

La escritura imposible

Roland Barthes. Trad. Nicolás Rosa. Siglo XXI. Madrid, 2013. 144 páginas. 14,90 euros

Al cumplirse 60 años de su publicación, Akal reedita uno de los ensayos más celebres de Roland Barthes y uno de los libros más influyentes de los 60-70 europeos, cuyo eco es posible rastrear, de manera evidente, no sólo en Foucault, sino en la nouvelle vague de Robbe-Grillet, el deconstruccionismo de Derrida y el canon posmoderno de Lyotard. Y ello no tanto por una afinidad discursiva, como por una cuestión previa que define el ámbito de sus indagaciones. Dicho ámbito no es otro que el idioma. Y dentro del idioma, las formas de coerción, las convenciones literarias que definieron la gran novela del XIX y que posteriormente entrarían en crisis sin solución aparente.

¿Qué es, pues, el grado cero de la escritura? El propio Barthes lo define como un adanismo. Un adanismo que no consiste en una vuelta a la naturaleza, sino en un regreso a la inocencia del idioma, sorteando la compleja urdimbre de lugares comunes y violencias estructurales que la novela impone. Según Barthes, la narración en tercera persona, junto con el pretérito imperfecto, permiten construir una versión coherente y razonada del mundo, obviando las opacidades propias a cualquier vida. Y es a través de la literatura confesional de Proust, una literatura impresionista, fragmentaria, hecha de recuerdos, o mediante la deliberada sencillez de Camus, como el escritor se aleja del arte convencional para dar, inopinadamente, en una escritura que reproduzca con fidelidad el espesor y la vivacidad de la existencia. No obstante, el peligro reside en la naturaleza misma del idioma: tarde o temprano la novedad será incorporada al acervo de las convenciones literarias, desplazando hacia un más allá infranqueable la efigie y la ondulación de lo real.

Todo esto es lo que se ejemplifica con mayor detenimiento en los ensayos que completan el volumen. Ensayos dedicados a La Rochefoucauld, Chateaubriand, Flaubert, Proust, Verne y Pierre Loti, y donde la burguesía decimonónica, su huella creativa, es en gran medida el voluminoso espectro objeto de estudio.

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