Cultura

"El español no tiene dueño, es de todas las personas que lo hablamos"

  • Carmen Caffarel, directora del Cervantes, inauguró en Madrid el Día E, la fiesta de los más de 500 millones de personas que hablan español en los cinco continentes

Querétaro, nombre de una ciudad de México y que significa "isla de las salamandras azules" es la palabra más hermosa del español, según los más de 33.000 votantes que han participado en la celebración del Día E, que ayer inauguró la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel. El Día E, la fiesta de los más de 500 millones de personas que hablan el español en los cinco continentes, y que desde hace tres años impulsa el Instituto Cervantes en sus 78 centros repartidos por el mundo, comenzó oficialmente a las once de la mañana en la sede central del Instituto en Madrid. Allí, Carmen Caffarel, acompañada de la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, y de la escritora Ana María Matute recordó que esta fiesta celebra "el vigor de nuestro idioma" y la compartimos "toda la comunidad hispanohablante en el mundo, algo muy hermoso para festejar y mostrar la gran cultura que atesora nuestra lengua, la riqueza de los pueblos, y el potencial que encierra las comunidades que lo hablan. El español no tiene dueño es de todos los que lo hablamos", sentenció.

Por su parte, la ministra de Cultura, recordó y homenajeó a todos los autores que han creado e inventado palabras, como Julio Cortázar en Rayuela; Unamuno, Quevedo, Luis Martin Santos, Octavio Paz o el insigne Ramón Gómez de la Serna, "que jugó con total libertad con las palabras, un juego eterno", precisó. Tras estos breves discursos, la calle se vistió de fiesta y el cielo de Madrid se llenó de globos, con palabras como libertad, sillón, amor, alféizar, felicidad, baile, y así hasta un largo etcétera.

La fiesta del Día E comenzó de madrugada en Australia y acabará hoy en el medio oeste de Estados Unidos, recordó también Caffarell, quien citó los once Premios Nobel que tiene la lengua española, seis hispanos y cinco españoles. Una fiesta de todos los que soñamos en español y que da la vuelta al mundo y que, además, contó en Madrid con una invitada de lujo, la escritora y premio Cervantes Ana María Matute, cuyas palabras favoritas son "resplandor" y "mama". "Me gustan estas palabras por lo que significan. Yo uno siempre la palabra a su significado, por eso me gusta también 'hijo', aunque esa palabra me gusta más en catalán, (fill), porque hijo en español suena un poco a ajo; aunque a veces, los hijos pican como ajos, pero no es mi caso", precisó con humor.

Por contra, para Matute, las palabras que menos le gustan en español son "sobaco" y "envidia". "Teniendo una palabra como 'axila' porque decir 'sobaco', que huele, y envidia es algo que detesto, subrayó la gran dama de la literatura. "La palabras, además, de ser la herramienta básica para el escritor, es lo que nos separa de las bestias", concluyó Matute, al tiempo que llamó la atención sobre lo mal que escribimos.

Y este año, precisamente, la palabra protagonista de la fiesta del español ha sido Querétaro, un vocablo que no está en el diccionario, pero con un significado precioso, que fue propuesta por el actor Gael García Bernal. Para la ministra de Cultura, esta palabra incorpora los topónimos americanos al lenguaje de los hispanohablante y "a todos nos deleitan esas palabras que vienen de las lenguas indígenas, de las precolombinas". A la palabra Querétaro le ha seguido sueño, gracias y libertad, elegidas por Luis Rojas Marcos, Raphael y Mario Vargas Llosa respectivamente. Estas han sido las más votadas de entre las más de 30 propuestas hechas por diferentes personalidades de habla hispana, tras un mes de votación por internet.

El Nobel Vargas Llosa protagonizó el Día E en Pekín, donde dio a los estudiantes chinos de español la bienvenida a "una familia muy numerosa repartida por el mundo". "Me alegro mucho de que haya tantos estudiantes de español en China y de que esta lengua atraiga la curiosidad, el interés de las nuevas generaciones de chinos", señaló. El Nobel puso en marcha un cuento que a lo largo del día prosiguieron los visitantes del centro del Cervantes en la capital china, que debían escribir una veintena de palabras cada uno y seguir el relato de "el joven Wang Jun".

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