Cultura

Cuando el flamenco es mucho más

Si yo a ustedes les cuento que una exposición nos presenta obras de Henri Cartier-Bresson, Robert Capa, Brassai, Man Ray, Francesc Catalá Roca, Lucien Clergue, Gabriel Cualladó, Pierre Gonnord, Pablo Juliá, Ramón Massats, Oriol Maspons, José Ortiz Echagüe, Carlos Pérez Siquier, Alberto Schommer o Carlos Saura, no dudarán en que no tiene más remedio que tratarse de una completísima muestra de la mejor fotografía que se ha hecho en los siglos XX y XXI. Ante ellos no hay duda. Se trata de arte con mayúscula, referencia absoluta de un arte que ha ido ganando con el tiempo y consiguiendo el acceso a las posiciones artísticas más esclarecedoras. Pero la presente exposición no se queda ahí: en un mero muestrario de buena fotografía. Es mucho más. Se trata de la visión preclara que una serie de grandes artistas realiza sobre el flamenco, faceta artística que desde los primeros viajeros del siglo XIX interesaron y fueron motivo para su estudio y referencia para muchas de sus obras.

La exposición, comisariada por el Director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, José Lebrero es un ambicioso proyecto que reúne más de doscientas piezas de los principales fotógrafos existentes, que han llegado al mundo del flamenco bien con una mirada inquisidora, bien buscando su especialísima esencia, bien pretendiendo extraer su difícil sentido, bien intentando localizar su desarrollo antropológico o bien aprehendiendo su máxima artisticidad.

"Se prohíbe el cante" era un letrero que aparecía en los bares, tabernas y colmaos de nuestra niñez y que conminaba, sin conseguirlo, a que el personal no cantara. El aviso de aquel tiempo oscuro intentaba, más bien, alejar a los que no supieran hacerlo o que lo hicieran movidos por los efluvios espirituosos del peleón, allí expendido. El buen cante siempre era bien recibido. Estamos ante un testimonio único de una España singular donde se muestra una realidad que encierra muchos matices y provoca el acercamiento a un mundo esquivo, extraño y lleno de infinitas posibilidades. Son las distintas miradas que estos grandes artistas, aquellos primeros que testimoniaban la realidad de un tiempo que mostró sus singulares desenlaces, y muchos otros que, interesados por las atractivas circunstancias, se acercan hasta el flamenco buscando su sentido artístico.

La fotografía de ayer y de hoy, se adentra en los parámetros de un flamenco que posibilita sus máximas circunstancias; nos plantea su extrema realidad artística y nos abre las compuertas de una emoción distinta donde tiene cabida muchas miradas comprometidas.

Estamos ante una importante exposición - podría decir que una de las mejores que ha llegado hasta la Isla de la Cartuja - donde la fotografía de siempre muestra sus dispares postulados y, al mismo tiempo, los grandes fotógrafos de siempre patrocinan sus intereses hacia un mundo que ofrece los mayores y los mejores postulados.

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