Cultura

La flamencología llora la muerte de uno de sus bastiones

  • José Blas Vega fallece en Madrid a los 70 años dejando tras de sí más de 300 volúmenes y un legado sonoro que va desde la Magna Antología al Canta Jerez

 El fallecimiento de José Blas Vega en la tarde noche del pasado miércoles supone un golpe duro para el mundo del flamenco, pues no en vano ha sido durante los últimos cincuenta años uno de los mayores defensores y eruditos de este arte. Sin levantar demasiada polvareda y siempre en medio de los libros que componían su tienda de Madrid, la Librería Anticuaria del Prado, este enamorado del flamenco nos deja a la edad de 70 años (Madrid, 1942-2012) y tras varios años de lucha contra una terrible enfermedad.

Sin lugar a dudas, y ahí está su extensa obra bibliográfica y videográfica, Blas Vega se marcha situando al flamenco en el lugar que le corresponde, siempre bajo una estricta rigurosidad en la investigación que le sirvieron para desmitificar algunos de los viejos bulos del flamenco.

Su legado lo dice todo, 300 volúmenes, entre los que sobresalen aquella Magna Antología del Cante Flamenco, con la que consiguió el reconocimiento de su admirada Cátedra de Flamencología, y el Premio Nacional del Ministerio de Cultura, el Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco (con la colaboración de Manuel Ríos Ruiz), el libro ‘50 años de Flamencología’, o las monografías de Antonio Chacón y Silverio. 

Su aportación al flamenco no solamente se limitó al tema biblográfico, pues José formó parte, desde finales de la década de los 60, del departamento de folkclore de Hispavox, con la que trabajó durante 15 años, y más tarde, a partir de 1987, de la casa Philips con la que grabó la primera antología histórica del flamenco en sistema digital, El Cante Flamenco. Posteriormente, preparó para Sonifolk la colección Grabaciones históricas del Flamenco, con la que obtuvo el Premio Nacional de Flamencología en 2002. 

No obstante, su mayor aportación al flamenco jerezano fue a través del disco Canta Jerez, grabado en 1967, y que aún hoy sigue siendo una joya sonora irrepetible con voces como Terremoto, Sordera, El Serna, Romerito, El Borrico o el Diamante Negro.

Blas Vega nos deja sin poder concluir su última gran monografía, la referente a Manolo Caracol, y en la que llevaba trabajando desde hace varios años. 

El mundo del flamenco acogió ayer con sorpresa y estupor la pérdida del investigador, al que todos consideraban, junto con Anselmo González Climent, uno de los precursores de lo que hoy llamamos ‘Flamencología’. 

El escritor José Luis Navarro destacaba ayer de su amigo Pepe Blas Vega “su extensísima aportación al flamenco” al tiempo que le reconocía como “pionero, junto a Manuel Ríos Ruiz, en la investigación seria y responsable”. 

El investigador portuense Antonio Cristo también ensalzaba su labor “porque pocos sabían de flamenco como él. Su conocimiento no se limitaba a una zona concreta, sino que podía hablar con el mismo rigor del cante de Córdoba que el de Murcia o el de Jerez”, añadió.  

Ana María Tenorio, documentalista del Centro Andaluz de Flamenco, elogiaba su “generosidad” a la hora de aportar cualquier tipo de información. Asimismo, reconocía su aportación a nivel general “porque no ha habido ningún investigador de flamenco no haya pasado  alguna vez por alguna obra de Blas Vega durante su estudio”. 

“No hay en la biblioteca del CAF una obra más consultada que su Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco, aunque no hay que olvidar las biografías de Don Antonio Chacón y Silverio. De todas formas,  hay una obra que se cita menos cuando se habla sobre Blas Vega, pero que me parece muy importante que es la Segunda Bibliografía Flamenca (escrita junto con Anselmo González Climent), publicada en 1966 con una recopilación exhaustiva en cuanto a libro, artículos, conferencias que se han publicado hasta la fecha”, concluyó.

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