QUE la fotografía se ha colado e instalado en la vida de casi todos nosotros es algo que, a estas alturas, no voy a ser yo quien lo descubra. Que las nuevas tecnologías de la comunicación son la característica definitoria de nuestra era o nuestro tiempo, tampoco es un secreto. ¿Quién no lleva encima un móvil o en muchos casos más de uno? Puede que tan sólo los extraterrestres, y tampoco debemos estar seguros. 

Juan Mariscal es un apasionado de la fotografía e incluso de su historia, sobre todo de Arcos, su ciudad de residencia.

Hace algún tiempo, conocedor de las posibilidades que los desarrollos tecnológicos antes comentados ofrecen, se le ocurrió documentar un año de su vida con una foto diaria tomada con su móvil. Surgía así el proyecto ‘1 día, 1 foto’ que hasta el  25 de mayo se expone en el palacio del Mayorazgo de Arcos de la Frontera, en el Salón de Exposiciones de la Fundación Víctor Marín.

En ella, Mariscal deja testimonio de instantes, paisajes, detalles, situaciones cotidianas, que en su devenir diario, por diversas razones han atraído su atención y han sido capturadas por la cámara de su móvil. Las imágenes no llevan más tratamiento que  el permitido por el propio móvil.

Un proyecto curioso con el que Juan Mariscal pretende transmitirnos la importancia creciente de la fotografía como lenguaje. Lenguaje para relatar nuestra propia vida, nuestros sentimientos y emociones o simplemente aquello que nos sorprende, nos atrae o capta nuestra atención. La fotografía como herramienta documental, comunicadora o artística. Una llamada de atención para alertar de las capacidades que nuestro móvil posee como herramienta de expresión fotográfica. Una llamada de atención para que valoremos la fotografía como instrumento y lenguaje de expresión. Como herramienta para transmitir emociones. Para dejar constancia de nosotros mismos.