Crítica de Cine cine

Sin frenos y a lo loco

Cuando se lo proponen, los franceses son capaces de hacer películas tan malas como en cualquier otro país. De hecho, las hacen siempre pensando en reventar la taquilla local y, con algo de suerte, la de los países vecinos como España, donde se compra con una inexplicable facilidad todo aquello que venga con la temible etiqueta de "la comedia del año en Francia".

Es el caso de esta A fondo de Nicolas Benamou, aseada y muy mal rodada sitcom sobre ruedas que empaqueta La tribu de los Brady y otras insoportables family movies a la americana con la trama mínima de la saga Speed en un improbable artefacto cómico sin gracia alguna que transcurre a 130 km/h por las autopistas de una Francia blanca, alegre y entrañable soñada por Le Pen.

Improbable comicidad, imposible para ser justos, que emana de una ingenuidad de parvulario a la hora de desplegar las contrariedades y obstáculos para preparar con calzador los consecuentes gags a la carrera y de una galería de personajes caricaturescos de trazo demasiado grueso, del padre cirujano plástico que interpreta el histrión José García a los agentes de tráfico que los persiguen, que deshonran (¡hasta el mismísimo André Dussollier!) el noble oficio del comediante.

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