Cultura

Un genio escondido bajo un gorro

  • El Barrio emociona al público de Jerez con un concierto de casi dos horas de duración y en el que desgranó su último trabajo · Sus fieles seguidores vibraron con el gaditano a pesar de la mala acústica

Con ojos pintados de negro, abrigo de cuero largo y como no, su característico gorro, apareció José Luis Figuereo, alma mater de El Barrio, ante las más de nueve mil personas que abarrotaban el Palacio de Deportes a eso de las diez y cuarto de la noche. Fue una explosión de júbilo entre sus fans, que habían esperado horas y horas.

Desde el mediodía ya asomban los gorros barrieros por las inmediaciones de Chapín, una presencia que fue aumentando con el discurrir de la tarde hasta el punto de que a eso de las cinco las largas colas ya copaban gran parte de la Avenida de los Chiribitos.

Minutos antes del comienzo no cabía ni un alfiler en el Palacio, cuyo parquet estaba repleto de público. Hasta las escaleras contenían gente, gente que buscaba un mínimo resquicio para poder ver en directo al cantante.

El Selu no defraudó y ofreció un espectáculo de música, luz y color en el que casi todos, porque hubo algunos que acabaron pidiendo la hoja de reclamaciones a la empresa por la escasa visibilidad, gozaron de las dos horas que duró el concierto.

Los móviles y las cámaras compactas iluminaban entre la multitud al gentío, una marea humana que fue degustando los diferentes temas que componen el último disco del gaditano, Duermevela. El Barrio alternó temas actuales, la gran mayoría, con otros de su album anterior, 'La voz de mi silencio' y algún que otro suelto de su época inicial, aunque muy en menor medida.

Hubo tiempo para todo, para oír los temas más pegadizos de Duermevela, desde el Vete, la versión que se ha hecho de la mítica canción de Los Amaya, hasta Moda pasando por Crónicas de un Gay, y como no su Crónicas de una loca, que interpretó en el tramo final del concierto y dedicó a su hija Bea. También echó mano de clásicos como Pa Madrid, que levantó los ánimos de un público que nunca paró de vibrar, y que interactuó con El Selu durante toda la noche. Y es que el cantante no paró ni un minuto encima del escenario y ya con menos atuendo, deambuló de un lado para otro de las tablas intentando acaparar la atención y la concentración de todos los presentes.

El sonido más rockero, el más andaluz y sobre todo el más flamenco se dieron la mano en muchas fases del mismo. No faltaron la guitarra del magnífico Juani de la Isla, cuyo alzapua arañó el alma de los barrieros, ni las prodigiosas voces de Reyes Martín, Raúl Obregón y Víctor Manuel Carrasco, muy camaronera éste último, y que levantaron los olés de entre el público.

El cierre de la noche correspondió al tema Orgullo, el que dice ser el himno de los barrieros. En medio de la locura colectiva, y con un 'Tú, sí que vales' colectivo, el Selu sacó a bailar a una grupo de pequeñas, entre las que se encontraba su hija, y culminó un concierto que no dejó a nadie indiferente pues hasta el último detalle de la pantalla "Dios os guarde en la vida de un duermevela", tenía su significación.

La pena fue que la acústica, pues el Palacio de Deportes de Jerez no es el lugar más idóneo para soportar un número de decibelios tan elevado, de ahí que salvo los que a ras de escenario pudieron vivir el concierto, el resto sufrió de lindo para tratar de oír con suficiencia los temas.

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