Cine

Los grandes perdedores de los Oscar

  • Alfred Hitchcock, Federico Fellini, Peter O'Toole, Deborah Kerr o Richard Burton nunca ganaron una estatuilla de la Academia de Hollywood.

Muchos artistas y películas con Oscar han quedado relegados al olvido con el tiempo, igual que muchos grandes mitos y películas clásicas del cine no han necesitado la estatuilla dorada para pasar a la Historia.

Clarence Brown entre los directores y Peter O'Toole entre los intérpretes se llevan la palma de derrotas, con seis y ocho nominaciones y ninguna estatuilla, pero cerca de ellos quedan leyendas como Alfred Hitchcock, Federico Fellini, Richard Burton, Deborah Kerr, Kate Winslet -a la espera de romper el maleficio este domingo- y Glenn Close.

Entre las películas, las grandes derrotadas fueron El color púrpura (1985), de Steven Spielberg, y Paso decisivo (1977), de Herbert Ross, que no rentabilizaron ninguna de sus 11candidaturas. Spielberg se sintió ya derrotado en el anuncio de las nominaciones, cuando su nombre no figuraba entre los cinco directores finalistas. "Estoy seguro de que el sobre con mi nombre se escurrió", dijo. La película de Ross, en cambio, parece que quedó relegada con justicia: a excepción de los fans de Mikhail Baryshnikov, pocos se acuerdan de ella.

Tampoco dice mucho al público Clarence Brown, pero en los años 30, títulos como Romance y Anna Christie -ambas protagonizadas por otra gran perdedora, Greta Garbo- definieron el melodrama y le llevaron a las puertas del Oscar seis veces.

Por eso, siempre se cita como gran perdedor entre los directores a Alfred Hitchcock: Rebeca (1940), su primer filme norteamericano, fue la mejor película del año, pero John Ford fue elegido mejor director por Las uvas de la ira. Perdió en 1944 con Náufragos, en 1945 con Recuerda, en 1954 con La ventana indiscreta y en 1960 con Psicosis. Dos veces se lo arrebató Billy Wilder, pero la Academia le daría en 1968 el premio honorífico Irving Thalberg.

También de las islas británicas llegaron los actores más perdedores: un irlandés, Peter O'Toole, y un galés, Richard Burton, que compartieron, además de borracheras, récord de siete derrotas en las categorías de interpretación masculina, en dos ocasiones -1964 y 1970- al alimón. Al anunciarse su Oscar honorífico, el legendario Lawrence de Arabia (1962) quiso rechazarlo arguyendo que todavía podía conseguirlo en competición. Y así, se desmarcó en 2006 con una octava candidatura por su sensible interpretación en Venus. Tampoco ganó. En Becket (1964), otro de sus clásicos, compartía protagonismo y nominación con Burton para un premio que se llevó Rex Harrison por My Fair Lady. El galés nunca ganó, a pesar de títulos como ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966) o El espía que surgió del frío (1965).

Entre las actrices, una gran secundaria del cine, Thelma Ritter, y la exquisitez escocesa de Deborah Kerr, acumularon seis derrotas. Kerr fue víctima de la vena más sentimental de los académicos: en 1956 era favorita por El rey y yo hasta que Ingrid Bergman enmendó su adulterio a la italiana con Roberto Rossellini y ganó por Anastasia. En 1960, cuando parecía que a la sexta iría la vencida por su interpretación en Tres vidas errantes, Liz Taylor tuvo que ser rescatada -traqueotomía incluida- del umbral de la muerte y acabó venciendo por Una mujer marcada, película carente de interés, en palabras de su propia protagonista.

Este lado más humano del Oscar remató, además, el cuadro depresivo de Judy Garland, favorita por Ha nacido una estrella en 1954, pero vencida por la idea de dar a Grace Kelly un Oscar como dote antes de su boda real monegasca.

Si se suman candidaturas en diferentes categorías, Federico Fellini sería un clásico ninguneado: 12 veces optó a un Oscar como guionista o director, yéndose siempre de vacío.

Y, por contra, hay grandes figuras del cine que, aunque sí han recibido un Oscar, fue por disciplinas inesperadas. Chaplin lo ganó en 1973 por la composición musical de Candilejas -la película era de 1952- y Kubrick, pese a sus 12 nominaciones entre productor, director y guionista, se hizo con la estatuilla por los efectos especiales de 2001: Una odisea del espacio (1968).

Pero es Kevin O'Connell, aunque desconocido, el que tiene el récord de derrotas: especialista en efectos de sonido de casi todas las últimas producciones de Jerry Bruckheimer, acumula 20 nominaciones y ni un solo premio.

Ese terreno parecía, hasta hace poco, coto privado de los músicos que, al doblar nominaciones por canción y música -durante unos años se separaba drama y comedia-, tenía a Alex North y Randy Newman como perdedores profesionales. El primero, que introdujo el jazz en las bandas sonoras y compuso la inolvidable Unchained Melody, vio pasar 15 Oscar ante sus ojos. Newman, por su parte, ganó a la decimosexta por la composición del tema principal de Monstruos S. A. (2001). Consciente de que no era su mejor trabajo, exclamó al recoger el Oscar: "No quiero vuestra compasión".

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