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Los héroes de una ciudad subterránea

  • Julio Muñoz Gijón dedica, ayudado por el artista Patricio Hidalgo, un homenaje a los personajes singulares de Sevilla en la novela gráfica 'La mejor ciudad del mundo (o a nosotros nos lo parece)'

Con El asesino de la regañá, la disparatada intriga de un criminal en serie que por su amor a las esencias y las costumbres de Sevilla emprendía una sangrienta cruzada contra quienes pretendieran algún tipo de modernidad, Julio Muñoz Gijón, Rancio, conquistó el aprecio del público. Propuestas como El crimen del palodú, El prisionero de Sevilla Este o Un hombre-lobo en El Rocío reforzaron ese entusiasmo de los lectores, que siguieron acudiendo a sus libros felices por reconocer escenarios cercanos -¿quién hasta entonces había ambientado una ficción en el Garlochí o el Tremendo?- y atrapados por la imaginación y el ingenio que derrochaba el autor. A Muñoz Gijón, sin embargo, le asaltaban cierta inquietud por "hacer algo diferente", el miedo a repetirse. El narrador encontró la inspiración para abrir nuevos cauces en su universo literario gracias a los cuentos que comparte con su hijo. "Ahora con el niño leo un montón de literatura infantil, y esas obras recurren normalmente a lugares neutros como una playa, una ciudad, una selva. Me planteé: ¿y si hacemos algo concretando, y si hablamos de lugares y referencias que al niño no le distorsionen la historia, pero que hagan guiños al padre que le lee ese cuento?", explica Muñoz Gijón sobre los orígenes de La mejor ciudad del mundo (o a nosotros nos lo parece), una sorprendente y encantadora novela gráfica que ha publicado la editorial El Paseo y en la que el creador comparte créditos con el artista e ilustrador Patricio Hidalgo.

En la obra, el prebebé 954 tiene la oportunidad de conocer, un día antes de su nacimiento, el destino en el que acabará viviendo. Le ofrecen entrar en la puerta XPO91, donde le aguardan unos marqueses alemanes que han prosperado en la industria, pero el pequeño tiene un mal pálpito con ese futuro y elige la puerta XPO92, que le depara una visita a Sevilla. Tras aterrizar a la pie de la Torre de los Perdigones, 954 buscará el modo de regresar al limbo del que procedía al mismo tiempo que irán revelándose las virtudes -también sus defectos: esa vanidad encarnada en el libro en un voluminoso ombligo- de una ciudad única.

El Pali, Paco Gandía o Pepe Peregil están entre los personajes que reivindica el libro

En su estancia, el protagonista conocerá a hijos ilustres de la ciudad como Aníbal González, Antonio Machado, Manuel Chaves Nogales o Luis Cernuda, pero también a otros personajes populares y queridos como Pepe Peregil, El Pali, Paco Gandía, la Pantojita, Silvio o la Esmeralda. Con ellos, cuenta Muñoz Gijón, "intentaba poner en valor a todos esos héroes anónimos que tiene nuestra ciudad y que son los que la hacen especial. Sevilla es Sevilla, pero lo que le da su atractivo particular es su gente. No vamos a descubrir a Machado, a Cernuda, tal vez sí alguien conozca por este libro al grupo Triana, pero sí podemos llamar la atención sobre todos esos personajes de la Sevilla subterránea, esos tipos con los que te pones a hablar y te sorprenden, que contribuyen posiblemente más que los grandes y reconocidos a esa imagen de ciudad que tenemos". Los retratos, huelga decirlo, no pretenden el realismo: Patricio Hidalgo los perfila con las siluetas de una torrija, una margarita o un búho.

Muñoz Gijón no oculta su predilección por esos tipos de la Sevilla clandestina. "Me interesaba que al meterlos en el mismo saco los personajes menos conocidos vampirizaran un poco del prestigio de los otros, me preocupé de que no se percibieran como los friquis. Jesús Quintero ya hacía algo parecido: convivían en un mismo programa Antonio Gala y el Risitas. Y si ocurría esto, supongo, sería porque ambos tenían algo en común".

Para que La mejor ciudad del mundo... no se agotara pronto, "porque una novela gráfica se lee más rápido", sus artífices han concebido un libro que promete más experiencias: una pequeña enciclopedia de los personajes que aparecen en la obra, un álbum para colorear e incluso una suerte de Dónde está Wally de sevillanas maneras donde el lector puede divertirse buscando en las páginas motivos vinculados a la ciudad: el pajarito de la iglesia de San Pedro, un seise o un plato de La Cartuja. "Eso también se me ocurrió por las lecturas con mi hijo. Cuando hemos visto los cuentos muchas veces, ya nos distraemos buscando dónde está la mariquita, dónde está esto. En nuestro juego queríamos meter referentes menos trillados que el botellín y el montadito", dice.

Muñoz Gijón e Hidalgo no se conocían antes de colaborar, pero el novelista expresa su felicidad por el resultado. "Ha hecho algo en la parte gráfica que es similar a lo que yo hago en el texto: cuidarlo todo, ponerle mil detalles. Por ejemplo, me encanta eso de que los colores estén suavizados para plasmar la flama que tiene la ciudad y que degrada los tonos. Es un acierto".

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