DiarioDelasartes

La íntima metáfora del sonido

M style="text-transform:uppercase">uy buena. Quizás sea poco tal información sobre la exposición que se puede contemplar en la Sala Rivadavia con la particularísima obra de Juan Isaac Silva, un artista gaditano que, desde esta muestra, va a entrar con fuerza en el paisaje artístico de Cádiz y su entorno.

El primer contacto que tuvimos con este artista fue con ocasión de aquel proyecto expositivo 'Que vienen los bárbaros', por el que el pintor Ignacio Tovar y el crítico de arte Sema d'Acosta, plantearon en las salas del CAS -Centro de las Artes de Sevilla-, la realidad artística sevillana a través de veintiún artistas que, en aquel 2012, trabajaban en la ciudad hispalense y que formaban un grupo ilusionante donde la creación más avanzada posicionaba sus más variados esquemas. Allí, junto a Juan Isaac Silva se encontraba los episodios creativos apasionantes de Alejandro Botubol, Ana Barriga, José Carlos Naranjo, Gloria Martín, Aurora Perea, Fran Ramírez, Manuel León, Ismael Lagares o Francisco Reina, entre otros que aportaban mucha claridad y entusiasmo a una práctica artística en abierta expansión.

Los caminos por donde pueden discurrir los planteamientos artísticos son, en la actualidad, ilimitados y poseen diáfanas perspectivas. Todo es posible en una creación que exige postulados conformados con criterios artísticos y, sobre todo, aquello planteado con verdad, entusiasmo y carácter. En la obra de Juan Isaac Silva estos argumentos se manifiestan abiertamente. Sus circunstancias artísticas, especialmente las que generan los elementos conformantes de esta exposición se definen por dos hechos fundamentales en la vida del artista. A los tres años contrajo una sordera progresiva provocada por una medicación inadecuada que lo llevó a la pérdida total de la audición. Esto condicionó su infancia y su juventud. Su deseo de comunicación le llevó a tomar una decisión valiente y sensata: estudiaría Bellas Artes para que lo artístico supusiera ese vehículo adecuado para poder comunicar a los demás sus intenciones, sus emociones y, casi, su vida. El segundo episodio conformador de la existencia artística de Juan Isaac Silva lo posibilita el que, con treinta años, se sometió a un implante coclear por el cual comenzó a recuperar el oído y a percibir los sonidos que no llegaron hasta él durante veintisiete años. Un horizonte nuevo surgiría ante su vida, la personal y la artística. Los sonidos se hicieron presentes y sirvieron, al tiempo que para afrontar una nueva existencia llena de emociones y sensaciones, para formar parte de su trabajo artístico.

En la muestra nos encontramos una serie de piezas en las que el sonido toma cartas de naturaleza. La primera obra, 'Reencuentro en las azoteas' -aquella que nos sirvió para descubrir a Juan Isaac Silva como artista- es el punto de partida de esta felicísima historia, pues se realizó cuando el autor volvió a oír. Para ello recogió los sonidos cercanos a su vida, aquellos que comenzó a percibir en su azotea, eran los elementos de una historia que él uno pudo captar y que ahora se le hacían realidad para ser compartidos con todos. Desde esta obra, trabajos que comparten el entusiasmo por el simple hecho de escuchar., como ocurre con las palmadas y los pasos -'Espacio interior'-; con 'Círculo, cuadrado y triángulo: gesto registrado', nos presenta el sonido que acontece en el hecho de grabar con un buril sobre una plancha, en la que la forma se compone a través del propio sonido. En 'Paisaje exterior - paisaje interior', el artista nos ofrece una especie de aprehensión del sonido que produce el paisaje, en una apasionante vídeo instalación realizada cuando el autor coloca una grabadora sobre la arena de la playa y graba los sonidos de este paisaje exterior, después la grabadora es introducida en una caja y enterrada, con ello el sonido de las olas se convierte en un rumor, es el paisaje interior que capta el artista y dibujos desde esos sonidos. Muy interesantes son las piezas 'Oigo pero no logro escuchar (Presente de indicativo del verbo oir)', en la que recrea una especie de partitura musical compuesta por letras desordenadas de estas formas verbales y 'Vocales', que aluden a la dura y forzada experiencia de aprender a oír, primero y a escuchar, más tarde.

Junto a la videocreaciones, Juan Isaac Silva nos presenta unas fotografías en las que las protagonistas son las piezas que constituyen su implante coclear -'Artefactos auditivos' y una radiografía del cráneo del artista con dichos elementos -'Autorretrato interno'-. Toda una declaración de justas intenciones.

Una escultura llena de sentido metafórico nos pone en el camino de ese artista total que es Juan Isaac Silva. Se trata de 'Martillo, yunque y estribo'; en ella un martillo está colocado sobre una vitrina de cristal que contiene un yunque de herrero que, a su vez, se superpone sobre un estribo equino. Bella metáfora visual entre los huesecillos del oído y esos tres objetos.

Para terminar la exposición 'Préstame tu oído', un happening en la que interactúan el artista y los visitantes a la exposición con objeto de posibilitar entre todos un diálogo de emociones.

Como decía al principio, mucho más que buena, esta exposición que, ya, desde el título, 'Cochlear', es infinitamente apasionante. La realidad y la poética a la búsqueda de una esencia llena de emoción y de justos sonidos, conseguidos con mucho coraje y entusiasmo.

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