El compositor y guitarrista jerezano Agustín Castilla-Ávila estrenó días atrás su obra 'Blutschuld' (Culpa de sangre) para soprano, narrador y guitarras eléctricas, en el simposio 'Es ist die Seele ein Fremdes auf Erden' (El alma es extraña en la tierra), organizado por la Universität Mozarteum Salzburg, la Universität für Musik und Darstellende Kunst de Viena y la Universität der Künste Berlin, conmemorando el centenario de la muerte de Grete Trakl, pianista de Salzburgo y hermana del poeta Georg Trakl. Un montaje en el que contó con la soprano alemana Andrea Maria Jarnach y con el escritor Marko Dinic. La obra, con textos de Georg Trakl, está dividida en 18 movimientos. En ella incluyó tres arreglos de canciones populares austriacas. La temática está llena de controversia y contrastes entre la violencia y la belleza. A pesar de la adicción al opio y a la cocaína de Georg, la atmósfera de la Primera Guerra Mundial y su relación de incesto con Grete, su obra representa uno de los momentos más líricos de la poesía austriaca. Tanto Georg en 1914 como Grete en 1917 (también adicta a las drogas) acabaron suicidándose. "La instrumentación con seis guitarras eléctricas me permite un amplio abanico de posibilidades tímbricas. Ninguna de las guitarras tiene una afinación tradicional, algunas de ellas microtonales o con preparaciones. Al público le llama la atención ver dos guitarras apoyadas en una silla y conectadas a través de una cuerda extra que a su vez está en contacto con la silla. De esta manera, se pueden oír 'campanas' mientras el guitarrista está sentado en esa silla y realiza los movimientos más leves imaginables. Al mismo tiempo, uno de los pasajes más duros de la obra ocurre en esa 'silla' en la que los tres intérpretes la golpean violentamente y estos golpes son amplificados a través de la cuerda extra conectada a las guitarras", relata el autor.