La Compañía Nacional de Danza 2 nos demostró, sin complejos ni fisuras, lo que son capaces de hacer quince jóvenes bailarines que, bajo la dirección de Nacho Duato, nos convencieron con rotundidad.
Con tan sólo la ayuda de un panel iluminado en el fondo del escenario, Duato es capaz en la primera pieza de la noche, 'Remansos', de despertar la atención del público. Sobre obras de Granados, se desarrollan bellísimos pasos a dos, espirituales y dulces, que se concluyen con los valses poéticos donde tres bailarines desarrollan una vigorosa coreografía interpretada con increíble plasticidad. Es una pena que en esta ocasión no fuese acompañada en directo al piano; hubiera realzado, aún más, la musicalidad de la composición.
'Sin lo cual no' fue el segundo montaje. En una escena dividida por vientos tensados. Los bailarines son capaces de llenar al unísono el escenario. Con menos riesgo técnico, pero más nivel interpretativo, esta coreografía nos muestra una estética muy diferente a la anterior. Aunque un poco repetitiva a veces, demuestra un uso del espacio espectacular, que nos lleva a creer que son más los bailarines que la interpretan de los que realmente aparecen en el escenario.
En 'Gnawa' unos entran y otros salen, dejando a su paso estelas de movimientos precisos y sincronizados. Inmersos en un sin fin de dibujos, los bailarines nos hacen disfrutar de la mezcla de ritmos que nos propone Duato.
Me sorprendió la fuerza y resistencia de los bailarines, ya que algunos interpretaron las tres coreografías, sin el menor atisbo de desfallecimiento. Da gusto ver una compañía joven con tanto talento.
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