Cultura

El legado epistolar de Ory, en Cádiz

  • Más de 3.000 cartas de relevantes escritores y artistas con los que Carlos Edmundo de Ory y su padre se escribían han sido transportadas desde Amiens hasta la sede de su Fundación

Se hizo esperar, pero las más de 3.000 cartas que Carlos Edmundo de Ory cruzó con 300 corresponsales, los más relevantes autores del siglo XX, ya están en Cádiz, en la Fundación Ory, como soñaba su autor. Sobre la una y media de la tarde del miércoles llegaba directo desde su pintoresca casa enclavada en Thezy-Glimont (Amiens), el camión que ha transportado este valioso patrimonio literario que ahora recala en su ciudad natal.

Un total de 77 cajas atravesaron las puertas del Centro Reina Sofía, donde ahora se pondrán a disposición de la comunidad académica y educativa, una vez se adecué el mueble ignífugo que las cobije. Así lo contaba Javier Vela, gestor de la programación de la Fundación Carlos Edmundo de Ory, que junto a los patronos, representantes municipales y medios de comunicación, aguardaban la llegada del epistolario, así como de otra parte importante de su obra, fichas de trabajo, notas y documentos, material fotográfico o audiosivual, e incluso el disfraz que lució el año que ofreció su pregón en el Carnaval de Cádiz, en 1983. Ésta fue una de las cajas que se abrió ante los medios, a los que se mostró su disfraz de Mefistófeles, "que le hizo Laura". Ésta y otras tantas en las que podía observarse el orden pulcro con que su artífice lo guardó todo.

Así lo reconocía José Manuel García Gil, uno de los patronos de la Fundación, que en esta ocasión ha viajado con el propio Vela a la casa del norte de París para completar el capítulo que iniciaron técnicos municipales el pasado febrero de 2011, cuando emprendieron la labor del inventariado del complejo imaginario Ory.

Decía García Gil que no han hecho más que guardar en cajas, "porque lo tenía todo minuciosamente ordenado, por autores, por orden cronológico y por orden alfabético". Esto en cuanto a la correspondencia que mantuvo con autores de la talla de Roberto Bolaño, Allen Ginsberg, Juan Eduardo Cirlot, Yves Bonnefoy, Gabriel Celaya, Albert Camus, Camilo José Cela, Vicente Aleixandre, José Hierro, Pierre Jean Jouve, Fernando Quiñones, Mathías Goeritz o Álvaro Mutis. Cartas que atesoraba junto a las de su padre con autores como Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Jacinto Benavente, Concha Espina, Alfonso Reyes o Salvador Rueda.

Junto a esta parte de su obra, el más anhelado quizás, han llegado miles de fichas de trabajo, notas y documentos, ochenta y seis álbumes donde Ory aparece retratado con algunas de las principales figuras de la literatura y el arte de la época, ejemplares autógrafos y una abundante selección de objetos literarios y enseres como su famoso sombrero, pertenencias de carácter lúdico y personal como relojes, dados, violines y sus caballos de juguetes. Todo un muestrario de ese profundo amor que profesaba por la "materia de la vida". Pequeños tesoros que salpicaban cada rincón de una casa ideada al milímetro por el artífice del postismo. Una casa cuyos recuerdos, que eran vivencias, llegan a Cádiz para quedarse en esta otra guarida de sus creaciones, que el escritor gaditano había atado antes de marchar.

De esta forma lo recordaba ayer la alcaldesa, Teófila Martínez, que recordó el momento en que junto a su mujer acudió a su despacho para proponerle este trato. Que su legado se quedara en Cádiz, a lo que ella respondió que fuera al amparo de una fundación. Martínez presidió el acto al que también acudieron otros patronos de esta Fundación como Jesús Fernández Palacios; Ana María Rodríguez-Tenorio; Nieves Vázquez, Rafael Román, o Rosario Martínez, además del concejal de Cultura, Alejandro Varela. La gran ausente fue la viuda del poeta, Laura Lachéroy, que supervisó las labores de empaquetado en su casa francesa.

Ahora queda por delante un año de trabajo en el inventariado de su legado, explicó Javier Vela, y en el blindaje de un programa educativo que pondrán en marcha junto a la UCA, en el que tendrá lugar visitas guiadas, exposiciones o charlas para perpetuar su figura, a través del "más importante legado literario de la segunda mitad del siglo XX".

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