Joaquín Pascual. Músico

"Lo más normal es que el reconocimiento no llegue nunca o llegue de forma tardía"

  • Diez años después de su separación, Mercromina, uno de los grupos surgidos de los seminales Surfin' Bichos, están de regreso en los escenarios. Hoy cierran en el CAAC 'Nocturama Julio'.

Hace 20 años, tras la disolución de Surfin' Bichos, aquella rabiosa e irrepetible anomalía del rock nacional a la que le tocó maniobrar en la tierra de nadie entre el declive de la generación de los 80 y la explosión del indie, Joaquín Pascual dio un paso al frente y fundó Mercromina. Un grupo con el que publicó un puñado de estupendos discos, desde el incial Acrobacia a los más celebrados, Bingo y Desde la montaña más alta del mundo, con los que reivindicó además su talento como compositor tras haber permanecido en los tiempos de Surfin' Bichos algo más a la sombra de su amigo Fernando Alfaro. Figura de peso del rock independiente nacional de los últimos lustros y profesor de Música en su vida cotidiana, Pascual reunió el año pasado a Mercromina para una serie de esperados conciertos. Uno de ellos, esta noche en el CAAC, en la última cita de Nocturama Julio, en programa doble junto a los sevillanos Blacanova.

-¿Cuál es el motivo de esta reunión del grupo diez años después de su disolución?

-Se dieron las circunstancias. Nos lo propusieron desde Subterfuge para celebrar el 25 aniversario del sello, y eso reavivó un poco la llama que teníamos todos dentro. Pero por encima de todo el motivo es el repertorio; un repertorio en el que seguimos creyendo.

--¿Cuáles están siendo las sensaciones de volver a esas canciones que escribió hace tanto?

-Pues muy buenas. Entre comillas, es como si me rejuvenecieran. Son unas canciones con una energía que ahora... me agota [risas]. Acabamos todos hechos polvo, reventados. Tampoco es que pretendamos ser el mismo grupo de los comienzos, entre otras cosas porque sabíamos que eso sería imposible, pero es cierto que sólo hemos podido revivir aquella intensidad de aquel entonces, aquella fuerza en directo, juntándonos los cuatro otra vez. En ese sentido, es como una aventura: todo parece como nuevo pero a la vez clásico, al menos para nosotros.

-Mercromina es uno de esos grupos con los que sus seguidores establecen un vínculo fuertemente personal...

-La verdad es que sí. Siempre hemos tenido seguidores muy fieles, pero también siempre hemos sido un grupo minoritario. Aunque ahora nos estamos encontrando con mucha gente que nos ha ido descubriendo cuando ya nos habíamos separado, un público más joven que va a festivales y a lo mejor no te conoce, o te conoce sólo de oídas, pero tocas y están ahí porque otro grupo ha hablado de nosotros...

-Es curioso esto que dice: se podría aplicar, más o menos exactamente, a lo que ocurrió con Surfin' Bichos: el reconocimiento pleno llegó cuando el grupo ya se ha separado. ¿Cansa, molesta...?

-Puede que sea verdad lo que dices, pero yo creo que en el fondo eso es lo que sucede siempre. ¿O no? Es muy difícil que alguien que se crea sus canciones, que haga música realmente personal o como quieras llamarla, encuentre su hueco y su público en su momento. Lo más normal es que no lo encuentre nunca o que lo encuentre de manera tardía; que lo que proponía se comprenda mejor después. Hay grupos que encuentran el reconocimiento en su momento, pero son muy pocos, los menos. Para mí, los músicos cabales deben correr el riesgo de intentar ir un poco más allá, de empujar las cosas hacia adelante, aunque sea al precio de que ese riesgo ni siquiera se aprecie. Por otro lado, es verdad que los Surfin' fuimos extraños y nunca nos sentimos dentro de una escena. Cuando Mercromina empezó, era ya todo diferente, había interés por la música independiente y las bandas nuevas, y de alguna manera nos metimos un poco en ese fluido.

-¿Qué significa para usted, en relación con los Surfin, la expresión grupo de culto?

-No sé, pero si la música que haces abre un poco la mente de alguien y de repente tiene un poco esa sensación como clarividente que provoca la música, eso siempre es bonito. La verdad, teníamos un repertorio bueno, coherente, honesto; eran canciones... muy reales. Y pienso que seguirán dejando su poso con el tiempo.

-¿Se sube hoy al escenario buscando las mismas cosas que cuando tenía 20 años?

-Básicamente, sí. Aunque de hecho ahora, cuando tocamos, la sensación es bastante más rotunda. Como más fuerte que en aquel entonces. O eso creo recordar, porque yo era muy joven. En los últimos conciertos que hemos hecho hay una sensación muy fuerte, muy arrolladora. Y eso es lo que busco, sí. Los cuatro en el grupo necesitamos sentir eso, y tocar es burcarlo y buscarlo...

-¿Qué alcance tendrá esta nueva vida de Mercromina? ¿No irá más allá de una serie de conciertos o cabe esperar incluso alguna grabación con material nuevo?

-En principio, por la experiencia que tengo tanto con Surfin Bichos como con Mercromina, es muy difícil decir un "no" rotundo. Porque con Surfin' lo hicimos [en 2006 el grupo albaceteño protagonizó el primer gran comeback estelar del indie español] y nos lo tuvimos que tragar. Vamos, que tampoco pasada nada... Pero lo que queremos ahora es tocar, disfrutar de las canciones y ya está. El 3 de octubre tenemos un concierto en Madrid que hemos puesto como final de etapa. Luego volveremos a nuestras historias más personales y más adelante, si nos ofrecen algún concierto esporádico o cualquier cosa interesante, ya veremos si lo hacemos o no. Lo que sí tengo más seguro es que no vamos a hacer una grabación.

-De Pequeño Circo, por motivos obvios uno de los libros del año en el mundillo indie y en el que usted aparece, llama la atención, contadas excepciones al margen, la visión tan crítica, la enmienda a sí mismos de tantos grupos; que si el inglés, que si el pijerío, que si el círculo endogámico...

-No lo he leído entero, sólo cosas sueltas, pero más o menos eso me ha transmitido y varios amigos me han comentado lo mismo. Es complicado... Desde luego es cierto que el indie no estuvo precisamente comprometido con su tiempo, por decirlo así. Tampoco era una situación que lo exigiera, por otro lado. No como ahora. Era una época diferente, había más riqueza en el país, aunque fuera abstracta o imaginaria, parecía que todo iba sobre ruedas, la gente hacía dinero, y todo eso afectó a la música. Yo mismo canto ahora algunas cosas que a lo mejor en su momento no las hubiera dicho en un disco. Pero la música no es mejor o peor por eso, no me parece que sea el criterio más justo para juzgar a los grupos de los 90. Cada uno tiene sus circunstancias. Lo importante es que uno ponga en su música todo lo que tiene; el compromiso con tus propias canciones.

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