Cultura

El poder convincentedel color

ALGUNA que otra vez he escrito sobre la Carbonería y sobre su importante ciclo de exposiciones, además de los otros muchos actos culturales que tienen lugar en el espacio de la sevillana calle Levéis. Quiero, no obstante, en otra ocasión detenerme largo y tendido a comentarles el sentido que tuvo, tiene y, seguramente tendrá, este centro cultural que dirige con mano sobrada e inteligente Francisco Lira. Ahora, traigo la Carbonería a las páginas del DIARIO porque un artista muy especial para nosotros, José Manuel Paredes - fue uno de los autores que ocuparon meses atrás los espacios de ARTEADIARIO -, presenta su obra paisajística en una exposición seria, rigurosa y ajustada a las máximas exigencias, como es norma habitual en los asuntos en los que interviene Pisco Lira.

La pintura de Paredes genera un universo colorista fundamentando por el desarrollo de una forma plástica que tiene a la estructura cromática como poderoso desarrollo ambiental. El color, mostrado de manera intensa, sin complejos y con las marcas inequívocas de una vehemencia en el tratamiento plástico que recuerda, sin duda, aquellas experiencias vanguardistas de salvajes - fauves se las llamó - manifestaciones. Y es que la pintura de José Manuel Paredes mantiene vivos los grandes postulados de la moderna pintura, aquellos que comenzaron con las descomposiciones cubistas y que este pintor hace suyas en la distancia para crear un nuevo estado formal, estructural y estético.

Tenemos claro que José Manuel Paredes es un pintor que ejerce de pintor, por eso lo incluimos en nuestra programación . Él cree en una pintura que no deja margen para la duda. En su ideario estético permanecen inalterables los postulados artísticos de siempre. Los elementos constructivos de un arte que exige cierta sustancia técnica están presentes en una obra que plantea posiciones ajustadas a un riguroso análisis de la esencia pictórica.

La pintura de José Manuel Paredes relata acontecimientos, crea una serie de registros ilustrativos donde se suceden imágenes mediatas e inmediatas, donde la realidad pierde sus contornos imitativos para desentrañar nuevas e ilusorias posturas expresivas y, sobre todo, diluye las fronteras entre los absurdos argumentos equívocos de la figuración y la abstracción para ofrecer, una escena donde todo es posible porque así lo requiere un establecimiento artístico lleno de poder convincente.

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