Cultura

La privilegiada mirada de MARO

Existen a lo largo de la historia del arte, una serie de artistas que no han pasado al máximo estamento por los arbitrarios asuntos que existen en torno a una creación que, muchas veces, deja de ser justa para poner imponer una realidad que, en esos casos, deja mucho que desear. En estos últimos postulados se encuentra la figura de Manuel Rodríguez, Maro, un artista genial que debió llegar a más y si no lo hizo fue por las arbitrarias circunstancias de una historia que, con él, no fue todo lo justo que debiera haber sido.

Con los auspicios de la Academia de San Dionisio y las Asociación de la Prensa de Jerez, y el patrocinio de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Jerez, se ha puesto en marcha esta exposición que pone en valores la gran capacidad artística de Maro, su importante legado pictórico y su trascendente historia como uno de los más grandes dibujantes humoristas que en España han existido.

Maro fue un personaje tremendamente particular. Profesionalmente su historial periodístico avala una trayectoria que ha pasado por su intervención en las mejores cabeceras humorísticas de nuestro país. En Don José, La Codorniz y Hermano Lobo, una de las grandes y emblemáticas triadas del humor en España, allí donde sólo los privilegiados tenían un sitio y Maro era, sin duda uno de los mejores, publicó de manera continuada el artista jerezano. También sus tiras y chistes salían en Pueblo, en El Correo de Andalucía, por supuesto, en el recordado La Voz del Sur y, finalmente en El Guadalete. Nombres de publicaciones que hicieron justicia a un autor con mucho recorrido y que, tras su trabajo periodístico, se dejaba en su casa y en Jerez la fuerza creativa de un artista que iba mucho más allá de su realidad como humorista gráfico. Tan importante fue que Mingote, el gran Don Antonio Mingote, quiso llevárselo a Madrid. Ahora, se propone una exposición con una parte de su importante trabajo como artista plástico. Un trabajo que está preñado – no podía ser de otra manera – del carácter de Maro.

Como pintor fue un adelantado en aquel Jerez provinciano, de escasas luces artísticas, donde todo pasaba por el interés hacia una plasmación epidérmica de la realidad, con las mínimas alteraciones compositivas y representativas, para no dañar una mirada con bastantes dioptrías. Maro dio un paso adelante, confundía a propósito registros y componía escenas que hacían chirriar los escleróticos ambientes artísticos de una ciudad con escaso criterio. En posición de una gran capacidad pictórica, supo desarrollar los más diversos episodios. Aunque su faceta como valioso notario a contracorriente de la realidad lo llenó casi todo y sus interpretaciones de las grandes obras de la pintura son afortunadísimos ejercicios de gran calado artístico y elementos tremendamente significativos de la trascendencia pictórica de Manuel Rodríguez, la obra de Maro no se quedó en las bellas, festivas y contundentes escenografías de la gran pintura de todos los tiempos, esas muestras jocosas donde Rubens, Velázquez, Modigliani, el Bronzino, Rembrandt, Tiziano, Hogart o Piero della Francesca, entre otros, dejaron de ser ellos mismos para hacerse potestad absoluta de un Maro artista total y genial intérprete de una nueva identidad, personal e intransferible. Fue un pintor completo que supo marcar perfectamente los espacios de una pintura que él – aún sin quererlo y, probablemente, sin saberlo - hizo exigente y llena de carácter.

El artista jerezano aglutinó toda experiencia creativa, la suya y la de los demás, en una obra profunda, de bella simplicidad compositiva, que estructuraba una figura esquemática y rotunda, protagonista de una historia con muchos tintes, algunos tan cercanos que alcanzaban tintes surrealistas.

Esta exposición nos va a situar en la senda de un artista genial, al que las nuevas generaciones van a tener la oportunidad de conocer y admirar la calidad de un trabajo que iba mucho más allá de cualquier mínima situación. Una muestra para disfrutar, de principio a fin.

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