artes escénicas

Entre la realidad y lo onírico

  • 'La vida es sueño' revisada por Carles Alfaro y 'La extinta poética', alianza entre La Zaranda y la compañía aragonesa Nueve de Nueve, visitan el Central

El director Carles Alfaro barajaba desde hace años el proyecto de adaptar La vida es sueño, pero "nunca terminaba de atreverme", confiesa el creador valenciano, hasta que cotejar las dos versiones que escribió de la pieza Pedro Calderón de la Barca le acabó marcando la senda por la que podía trabajar su montaje. "Me parecieron interesantes las diferencias entre uno y otro texto. En el segundo, el autor corrigió e hizo importantes matizaciones, el protagonista es un hombre con muchas más dudas y es una obra con más contradicciones, más metafísica", sostiene Alfaro, que ha querido ahondar en esos claroscuros en La vida es sueño (vv. 105-106), un espectáculo que presenta con su compañía hoy y mañana, a las 21:00, en la sala A del Teatro Central.

En la dramaturgia que ha realizado junto a Eva Alarte, Alfaro propone una lectura concentrada de la pieza en la que descarta a varios personajes de la obra original como Astolfo, Estrella y Clarín. "Me suele ocurrir con los clásicos: creo que no se pueden acometer en su totalidad. Esas obras pagaban un cierto impuesto revolucionario de la época, cada 15 minutos hay que matar a alguien para mantener la atención del espectador, algo que aprecias muy claramente en Shakespeare. Pero lo que se recuerda de ellas son las escenas íntimas, entre personajes, los conflictos. Si vas a adaptarlas te tienes que centrar en algo, y a mí aquí la pista me la acabaron dando los versos 105 y 106, los de qué delito cometí / contra vosotros naciendo. Es esa idea la que me cautivó, y sobre la que gira este montaje", apunta el director y escenógrafo. Para Alfaro, la historia de Segismundo es la de "un hombre que desde bebé ha crecido entre cuatro paredes y no conoce otra realidad. Es Kaspar Hauser, es el buen salvaje. Pero al mismo tiempo se le ha dado una ilustración, los conocimientos de un príncipe, y al hacerlo le están dando conciencia de su situación". Alfaro se sirve de cuatro personajes -Segismundo (Alejandro Saá), Basilio (Vicente Fuentes), Clotaldo (Enric Benavent) y Rosaura (Rebeca Valls)- para reflexionar sobre asuntos como las relaciones paternofiliales y la oposición entre lo individual y lo público, la libertad y el destino, el sueño y la vigilia.

Además, la sala B del Central programa hoy y mañana (a las 20:00) La extinta poética, un espectáculo que surge de la inesperada alianza de Paco de La Zaranda y Eusebio Calonge con la compañía aragonesa Nueve de Nueve. El texto de Calonge, definido como la historia de "una familia narcotizada" y poseedor del acusado lirismo y el humor amargo que caracteriza a La Zaranda, iba a ser llevado a escena por Gabino Diego, que finalmente se apeó del proyecto por otros compromisos y dejó la obra en manos de los actores Carmen Barrantes, Laura Gómez-Lacueva y Rafael Ponce y la bailarina Ingrid Magrinyà. La formación había interpretado obras como Al dente, pero sumergirse en el peculiar universo y los modos de hacer de los creadores andaluces ha trastocado su percepción de las artes escénicas. "Lo que habíamos montado antes no tiene nada que ver con esto, es como haberte dedicado a bailar jota y pasarte al butoh", afirma Barrantes, que sintió durante el exhaustivo proceso de creación que "si esto era el teatro yo no lo había hecho hasta entonces". Barrantes y Gómez-Lacueva, que interpretan a una hija y una madre pese a tener casi la misma edad, destacan que los integrantes de La Zaranda "te llevan a unos abismos para los que debes tener una total concentración. Son dos maestros con 40 años de trabajo a las espaldas y que se siguen dejando la vida en lo que hacen. Con lo que ellos descartan otros hacen 15 espectáculos. Todo lo que sugieren es oro". Con La extinta poética regresa a los escenarios el actor Rafael Ponce tras más de una década apartado de las tablas. "Cuando Gabino no pudo continuar, Paco llamó a Rafa, y él le dijo: Paco, es que he dejado el teatro, y Paco le respondió: Pero el teatro no te ha dejado a ti", recuerdan sus compañeras. El equipo tuvo que dejar atrás la vanidad para alcanzar la excelencia que distingue a los de La Zaranda. "Ellos te piden que desaparezcas como actor, que no recurras a las monerías que te funcionan. Soterrar esa parte, matar lo que has aprendido, es difícil, es una pelea contigo mismo. Pero trabajar con La Zaranda vale la pena, es algo que nos supera, son palabras mayores", concluyen.

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