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Cultura

Algunos retazos de Artur Pizarro

  • El pianista lisboeta ofrece en el Teatro Villamarta un concierto en el que la manifiesta exaltación poética de su juego no dejaba ver otros tantos matices

Generalmente cuando nos referimos a lo goyesco solemos pensar más en un estilo contemporáneo al célebre pintor que en la visión de su pintura y la influencia que ésta ha podido ejercer en otros artistas, no exclusivamente plásticos.

Ese es el primer dilema que nos encontramos al escuchar las Goyescas (también conocidas como Los majos enamorados) de Enrique Granados, hermosa compilación de seis piezas para piano solo. En cierta medida el conflicto lo provoca el propio compositor, adornando su obra con églogas musicales costumbristas que evocan ambientes paralelos. Sin embargo, al igual que en la pintura del genial aragonés, hay que saber escudriñar en sus partituras para mostrar el mensaje sobrecogedor de su visión.

Este programa fue el escogido por el pianista Artur Pizarro para la primera parte de su concierto en el Teatro Villamarta el pasado jueves. No dudo de que el intérprete luso tenga algo que decir y que seguramente así lo hiciera; yo logré entenderlo solo a retazos: por ejemplo, en los momentos más íntimos y sobrecogedores de la quinta pieza, El amor y la muerte, donde la manifiesta exaltación poética de su juego ocultaban otros matices que yo esperaba más contundentes (quizás, como se suele decir, los árboles no me dejaron ver el bosque).

No obstante, mis ideas tomaron cuerpo al oír la interpretación de Gaspar de la nuit de Maurice Ravel y la Séptima sonata de Sergei Prokofiev, en la segunda parte: seguía predominando una visión melismática en su juego, que si se adaptaba a ciertos pasajes de la difícil obra raveliana, en otros confundía (el gran pianista Vlado Perlemuter, reconocido intérprete de la obra del autor francés, decía que cuando se toca Gaspar de la nuit deben sonar hasta los mecanismos del piano).

Pizarro posee la técnica y el virtuosismo suficientes para enfrentarse a este repertorio, pero hubiera sido deseable oír un Prokofiev más enérgico, con mayor presencia de las notas graves y un juego más percutido.

¡Y yo que creía que la danza española número 5 'Andaluza' op.5 la escribió Granados…!

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