Cultura

El riesgo asumido de García Cárcel

  • El autor de 'El sueño de la nación indomable: Los mitos de la Guerra de la Independencia' recibe de manos del jerezano José Manuel Caballero Bonald el Premio Internacional de Ensayo de la Fundación

Un ensayo. "¡Uf , menudo tostón!", puede pensar más de uno. "Es algo farragoso, demasiado técnico, casi literatura gris, vamos", se añade. Podría ser envidia del que rechaza el texto, porque para escribir un ensayo con un aceptable grado de excelencia hay que ser algo más que un escritor. Ricardo García Cárcel lo tiene. Así lo ha demostrado la Fundación Caballero Bonald otorgándole ayer, en pleno X Congreso, su Premio Internacional de Ensayo por su obra 'El sueño de la nación indomable: Los mitos de la Guerra de la Independencia'. El catedrático en Literatura Española de la Universidad de Zaragoza, José Carlos Mainer, portavoz del jurado, fue el encargado de presentar al premiado.

"Este libro define perfectamente lo que debe ser un ensayo. No es un ensayo con vocación de exhaustividad, porque no agota. Es un dedo que señala y una mente que investiga. Que aporta valor por sí mismo", comentó Mainer, que añadió que un ensayo "debe tener algo de autobiográfico, pero no de una manera directa del autor, porque debe haber algo de riesgo asumido por el escritor. El tema es una elección muy personal y con lecturas sosegadas. El autor se mueve con seguridad". Mainer apuntó que el ensayo "es una obra que no concluye, que estimula a que se siga hablando e investigando sobre el tema".

Y pensó García Cárcel mientras recogía el galardón de manos del escritor jerezano José Manuel Caballero Bonald, "con eso de la obsesión por la Historia y este premio", que estaba en la Guerra de Bailén, y se acordó de la derrota de Dupont ante el general Castaño. Un momento heroico. Así se sintió. Y lo primero que hizo, tras los agradecimientos de rigor a las instituciones y subrayar que su amistad con Mainer se remonta a la época de Napoleón, fue dedicar a su padre este galardón. Pidió perdón por emocionarse y recordó la educación que le inyectó aquél, "muy ética. Mi padre llevó siempre una vida de segundas caras, ocultando su condición de republicano. Todo el imaginario de la Guerra de la Independencia estaba presente". Y así, con mucho sentido del humor, García Cárcel hizo referencia a sus primeros sueños históricos, aunque no explicó la naturaleza de los mismos, con Agustina de Aragón.

"Mi libro -añadió- surge de la memoria de mi padre y de encontrar ese camino entre la mitología de la infancia y esa deconstruccionismo de mi etapa en la universidad en los 60. De la contradicción entre el mito sentimental y racional". La Guerra de la Independencia "fue una época apasionante para los mitos, y no los habrá igual en otra generación. Una gente que sabía de dónde venía, pero que desconocía adónde iba. Hay tal cantidad de memorias personales, con una enorme voluntad de quedar en la Historia. Era un caldo de cultivo para los mitos. Para mí ha sido una satisfacción increíble escribir este libro".

García Cárcel, aprovechando el auditorio mencionó, echándose flores, por qué no, que los tres últimos Premios Nacionales de Historia han reconocido que las reseñas realizadas por él de sus obras "fueron definitivas para alcanzar este galardón". "Y aunque -dijo el autor- seguro que esto es mentira (ríe), la verdad es que después de oír todo aquello me fui a mi casa gordo de satisfacción". Y seguramente ayer se sintió de la misma manera. Grande como un mito.

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