Cultura

Ante el seductor legado de Caravaggio

  • El Museo Thyssen Bornemisza inaugura una ambiciosa muestra con 12 obras maestras del genio

Michelangelo Merisi Caravaggio fue un genio rupturista que hizo escuela: no sólo fascinaba su singular uso de la luz y el color, también la manera en que sus obras respiraban un estilo de vida desordenado que contribuyó a engrandecer el culto en torno a su figura. Desde ayer, una ambiciosa exposición en el Thyssen-Bornemisza de Madrid rinde homenaje al maestro del claroscuro centrándose en cómo influyó en sus contemporáneos del norte de Europa. En total, 53 lienzos, 12 de ellos destacadas obras de Caravaggio, que suponen una "ocasión histórica", como afirmó el director de la institución, Guillermo Solana.

La felicidad de Solana no es para menos. Tres largos años fueron necesarios para que saliera adelante la muestra Caravaggio y los pintores del norte, que reúne obras maestras de las colecciones del Metropolitan Museum de Nueva York, los Uffizi de Florencia o el Hermitage de San Petersburgo. Y es que como señaló el director tras subrayar su agradecimiento, "hay que agarrarse los machos para prestar un caravaggio". El propio Thyssen ya no presta el suyo.

Comisariada por el holandés Gert Jan van der Sman, profesor de la universidad de Leiden y miembro del Instituto Universitario Olandese di Storia dell'Arte de Florencia, la exposición pone de relieve el legado del artista confrontando sus obras con las de sus seguidores. Y entre los primeros que admiraron la singularidad de Caravaggio figura nada menos que otro maestro del Barroco: Peter Paul Rubens. La muestra abarca la trayectoria del pintor lombardo (Milán, 1571- Porto Ercole, 1610) desde su llegada a Roma hasta sus últimas obras. Sus primeras pinturas en la Ciudad Eterna son escenas de género como Muchacho mordido por un lagarto o naturalezas muertas, y su rápida evolución queda patente al contemplar Los músicos y Santa Catalina de Alejandría: en apenas dos años, pasa de una colorida paleta a un marcado claroscuro.

Entre finales del siglo XVI y principios del XVII, Caravaggio se convierte en "toda una estrella" en una Roma en ebullición artística, explicó Van der Sman. Más de 2.000 pintores, muchos de ellos extranjeros, se establecieron allí para seguir el estilo de este maestro sin ataduras academicistas, que trabajaba inspirándose en lo que veía. "No se puede reducir la influencia de Caravaggio en el uso del color", añadió el comisario. Su habilidad para las composiciones, la predilección por tomar como modelos a gente de la calle, el uso de la luz en sus claroscuros, el sensual atractivo de sus personajes o el naturalismo dramático de sus obras hicieron de él "el primer artista moderno en todos los sentidos", como lo definió Solana.

Además de admirar esa intensidad que traslucen El sacrificio de Isaac (que por primera vez puede verse en España) o San Juan Bautista en el desierto, procedente del museo Nelson-Atkins de Kansas, la cita descubre a una legión de caravaggistas holandeses, flamencos y franceses. Rubens fue uno de los primeros, y la influencia de Caravaggio es patente en el claroscuro de La adoración de los pastores. La exposición, en cartel hasta principios de septiembre, cierra con la imponente obra El martirio de Santa Úrsula (1610), que Caravaggio pintó pocas semanas antes de su prematura muerte. En ella, el artista se autorretrata sujetando una lanza justo en el momento en el que el rey de los hunos hiere con su flecha a la santa.

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