Una iniciativa comprometida TNT Atalaya vuelve a la carga con un teatro social

La tradición gitana de Bernarda

  • Empiezan los ensayos para la obra de Lorca dirigida por Pepa Gamboa y protagonizada por mujeres del Vacie · El espectáculo, que aspira a ser "profesional y distribuible", se estrenará en noviembre

"¡Andar a vuestras cuevas a criticar todo lo que habéis visto! Ojalá tardéis muchos años en pasar el arco de mi puerta", le dice la Bernarda de Lorca a sus vecinas en el entierro de su difunto. "No vas a venir a insultar a mi casa", improvisa Rocío Montero con su compañera de ejercicio. Rocío protagonizará La casa de Bernarda Alba en el nuevo espectáculo que TNT-Atalaya prepara bajo la dirección de la sevillana Pepa Gamboa.

Ante la mirada atónita del patriarca del clan, sorprendido por la actuación de su mujer, cuatro gitanas del Vacie, a las que poco a poco se irá sumando el resto del grupo, todas analfabetas -"no saben ni leer ni escribir, por lo que habrá que llegar al texto mediante improvisaciones", explica Gamboa-, ensayan lo que será algo único en sus vidas, una obra de teatro. Una propuesta de Ricardo Iniesta a Gamboa que pronto se tradujo en un proyecto con mayúsculas.

Todo comenzó con el deseo de Atalaya de realizar en su nuevo teatro de Pino Montano una labor de integración de personas en riesgo de exclusión social. Por eso, el lugar elegido para emplazarlo no pudo ser mejor. Cerca del asentamiento chabolista del Vacie tendrían alguna posibilidad de alcanzar el respeto de una población sin recurrir al paternalismo. "Hablamos con Bienestar Social y gracias a Ana Gómez, delegada en ese momento, todo fue más fácil", explica Iniesta. "Silvia Garzón, actriz de Atalaya, se propuso para organizar los talleres y comenzaron sin problema. La delegación no fue muy optimista con el proyecto, pero mira dónde estamos ahora". Un punto de partida elevado para este nuevo proyecto de Atalaya. Ahora, estas mujeres del Vacie, que empezaron con un taller teatral, se preparán para debutar como auténticas actrices encima de un escenario, con Silvia Garzón como ayudante de dirección de este "mágico" proyecto.

Tras el taller, las propias mujeres querían hacer algo que mostrar a sus vecinos. Se sentían orgullosas de lo que hacían y querían que todos lo viesen. "¡Quién nos lo iba a decir!", exclama el director de Atalaya. "Pepa habló con ellas y decidió hacer La casa de Bernarda Alba", continúa.

El escenario grande de TNT, con capacidad para más de 300 espectadores, ya es para ellas. Todavía queda mucho trabajo, pero lo que no faltan son las ganas de representar una historia de Federico García Lorca que tiene mucha relación con la vida de estas mujeres. "La historia tiene bastante que ver con el encierro, con lo que viven estas mujeres que apenas salen del Vacie y a las que un hombre está siempre vigilando", explica Gamboa. El teatro tiene mucho que ver con la vida y, sin lugar a dudas, esta obra de Lorca tiene fácil analogía con las suyas. Dos de las actrices de Atalaya interpretarán a las criadas de Bernarda. "Esta vez las criadas serán las payas", dice Iniesta.

Vergonzosas e impulsivas. Éste es el gran contraste de estas por ahora ocasionales actrices. "Es una mezcla muy radical", explica la directora del montaje. Para ellas lo mejor es no pensar lo que están haciendo. Acaban de comenzar los ensayos y la fecha de estreno está prevista para el 8 de noviembre, aunque la directora le ha pedido a Iniesta que le guarde un as en la manga "por si acaso". "Monto rápido con profesionales, pero con ellas no sé como avanzará la historia. Ya se ve la fuerza y el corazón entregado a la causa, a la suya propia", relata Gamboa.

Los vasos de agua vuelan por el escenario, se tiran de los pelos sin problema, el bastón, gran simbolismo del poder de Bernarda, ya cobra fuerza con un golpe en una mesa de madera. Bernarda no usa la violencia, se impone con la palabra y el miedo, y Montero ya ha conseguido esa cualidad. Trabajo hecho.

"Es algo único -ratifica el director de TNT-, hasta los Príncipes de Asturias se han interesado en el tema". Pepa Gamboa, que se muestra muy ilusionada y "con mucha curiosidad" por el proyecto, comenta que el primer ensayo "ha ido mejor de lo que me esperaba". Lo que sí tiene claro es que no quiere hacer un trabajo morboso, se niega a que el público vaya a verlas "porque son gitanas pobres del Vacie"; quiere hacer un espectáculo profesional que se pueda distribuir. De hecho, las actrices cobrarán un dinero simbólico. "No las voy a exhibir, las voy a proteger", concluye. "He trabajado con personas que no son actores, con discapacitados por ejemplo, y el sentir que están haciendo un trabajo les hace sentirse útiles".

Conocida por la introducción del flamenco en sus espectáculos, Gamboa pensó en introducir este mundo en La casa de Bernarda Alba pero le resultó imposible. "Estas gitanas no son flamencas, no son andaluzas, que son las que llevan ese arte dentro. Es un mito el que todas las gitanas bailen flamenco", dice.

Esta sevillana afronta su nueva dirección al cien por cien como algo desconocido e imprevisible; "una actividad de acción", comenta. "Me interesa lo que tiene el teatro de terapéutico, todo lo social". Ella y las mujeres se muestran ilusionadas. "Tenemos que empezar a traernos pañuelos y trapos para ensayar", dice una de ellas. "¡Qué me gusta todo esto!", confiesa otra.

Los ensayos continuarán hasta que llegue el día de la representación. "Todavía no tengo clara la excusa teatral, lo que es evidente es que tengo que rentabilizar su trabajo, no ir en su contra", precisa Gamboa. En otoño se abrirá el telón de la sala grande de TNT y encima del escenario aparecerá la familia de Bernarda Alba al completo, con toda la fuerza y la pasión de la raza gitana. La virginidad de Adela será para la matriarca más importante que nunca, pero no habrá prueba del pañuelo. "¡Mi hija ha muerto virgen!", sentenciará. Fin de la obra.

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