Cultura

El triunfo del trabajo

  • El jerezano David DeMaría volvió a cosechar el enésimo éxito en su tierra ante un público entregado de principio a fin

Ficha. Voz y guitarra: David DeMaría. Guitarra: Manu Arjona. Percusión: Nene. Piano: Javier Fajardo. Guitarra eléctrica: Ricardo Rivera. Violín: Ramses. Artista invitada: India Martínez. Lugar: Jardines de la Atalaya. 22:30 horas. Aforo: Completamente lleno.

Hay artistas que están tocados con la varita de la fortuna y a poco que se asomen a la ventana mediática de la televisión o la radio, se cubren de gloria, aunque en la mayoría de los casos sea de forma efímera. Esto es: son flor de un día, o de un verano. Después desaparecen en el vasto mapa de las estrellas de la canción y ya no se comen, por hablar de una forma coloquial, ni una rosca. La carrera musical es muy parecida a la literaria: una maratón de larguísimo recorrido donde lo que importa no es llegar rápido, sino llegar. Para ello, es obvio, hay que tener, por encima de muchas otras consideraciones, perseverancia y, por supuesto, talento.

David DeMaría no está en el primer grupo de estrellas televisivas, de esas caritas guapas que cantan menos que un grillo pisado, pero que por arte de magia, ¡hale hop!, los tenemos hasta en la sopa. No, el artista de la Plazuela (lo recordó durante el concierto por si a alguien no le quedaba claro todavía) es un genio de la interpretación. Tiene un directo colosal y una voz tan personal como privilegiada. A eso hemos de sumarle unas letras que ya quisieran para sí muchos otros artistas de renombre. David le pone sensibilidad, no cae en sensiblerías y además le acompaña una música a veces pegadiza, a veces profunda, que enriquece sin lugar a dudas un trabajo de hormiguita, constante, sin desfallecimientos que le han llevado después de mucho, pero que mucho curro, a la senda del éxito. Y todo, y esto no hemos de olvidarlo, sin que nadie le haya regalado nada. Doble mérito por lo tanto.

En cuanto al concierto, fue una noche sin apenas altibajos, con un sonido inmaculado y una puesta en escena sencilla que el jerezano llenó de lado a lado para mayor gloria de las fans (mayoría aplastante femenina) que no pararon de jalear las canciones más conocidas, y que esperan con ansiedad que los temas que conforman 'Relojes de arena' salgan a la venta en septiembre para quemar el CD en su casas de tanto escucharlo.

Temas como 'No sé qué darte más', que inició la última velada de 'Noches de Bohemia', 'Despertaré cuando te vayas', o la que cantó a dúo con India Martínez, 'Guía de mi luz' encendieron el ambiente y lo caldearon en una noche de por sí muy calurosa.

David DeMaría, a todo esto, se mostró como un artista elegante y sencillo, con gracia, sin perder la cara al público y dando de vez en cuando una pincelada humorística que el público agradeció con muchos aplausos.

El concierto, que llegó a las dos horas, supo a poco. El público quería más y David se lo dio. Ahora habrá que esperar un poco para que su nuevo disco vea la luz. Desde luego el horizonte, por mor de los éxitos, aparece claro y despejado. El trabajo del jerezano, su tesón y su coraje, han hecho el resto. Y bien que nos alegramos del éxito, en esta tierra donde hay hasta quien se atreve a opinar que éste ha llegado por la tendencia política del cantante, como si los discos que vende y la gente que va a verle en tropel a los conciertos lo hiciera respondiendo a las siglas de un partido. La envidia, ya se sabe, es hija del fracaso y de la frustración. Ante tales argumentos, lo mejor es seguir cantando, mirar al frente y hacer oídos sordos a quien, entre otras cosas, confunde las churras con las merinas.

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