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Cultura

El valor de Diego Urdiales contra la mansedumbre

  • La corrida de Samuel Flores decepcionó sobremanera · Javier Valverde sufrió un puntazo en la axila izquierda · López Chaves también toreó con mucho valor

Otra vez el muro de la mansedumbre contra la voluntad de los toreros en Madrid, en una corrida en la que destacó sobremanera el valor y la capacidad de Urdiales, que no redondeó un triunfo importante por fallar a espadas.

Muy bien el riojano en su toro primero, cuyas embestidas eran más bien arreones. Urdiales le tragó en los muletazos iniciales de forma espaciada, hasta conseguir hilvanarle tres naturales de trazo impecable, por abajo, despacio y llevándole muy cosido. Ahí rompió la faena, encauzada definitivamente con una tanda más por el izquierdo y otra a derechas. Sonó el primer aviso cuando mejor estaba toreando, y todavía se permitió Urdiales cuatro cositas antes de montar la espada. Faena muy intensa, breve pero de altura. Sin embargo, faltó la rúbrica de la espada. En poco tiempo tuvo que darse prisa el torero, ahora para que no volviera el toro vivo al corral. ¡Qué cosas!

La ovación final, no obstante, fue de un absoluto reconocimiento. Volvió Urdiales con la misma disposición en el quinto. Con la muleta, por un momento, parecía que el toro iba a responder, tomándola en una primera serie de embestida más pausada de lo que fue norma en la tarde. Pero fue puro espejismo. El hombre se relajó y todo, con bonita expresión artística. Sin embargo, entre el viento y la súbita bronquedad del astado, se lo cargaron todo. Ya no fue posible acoplarse por ningún pitón. Los muletazos, cada vez más espaciados. Faltó también limpieza. En realidad habían sido sólo cuatro arrancadas que valieran la pena.

López Chaves arriesgó también lo suyo en el que abrió plaza, toro manso y cobardón, siempre al acecho y sabiendo lo que se dejaba atrás. El cuarto fue de una absoluta bronquedad, embistiendo al revés, de abajo para arriba, y pegando cabezazos. El salmantino aguantó varias veces con los pitones por las hombreras.

Valor también el del otro torero charro, Javier Valverde, que tuvo en el sorteo la misma mala suerte que sus compañeros. Rajadísimo, se echó antes de montarle la espada. El último, sobrero de Julio de la Puerta, sin querer coger los engaños. Llegó a echarle mano a Valverde levantándole los pies del suelo. Tres derrotes en un suspiro. Menos mal que fue sólo la paliza.

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