El consumo de ansiolíticos es la puerta de entrada para adicciones peores, alertan facultativos ante el incremento de su consumo entre menores. La cuestión es que estos medicamentos, que se dispensan con receta, no están al alcance de los menores, que acceden a ellos ya sea por descuido de los padres, ya sea porque estos se los facilitan para quitarles la ansiedad que les provocan los exámenes o cualquier otra situación en la vida cotidiana. Automedicarse es costumbre arraigada en este país, pero lo que haga un adulto con su cuerpo es de su incumbencia, no así con el de menores a su cargo y menos si se les atiborra de pastillas para dejarlos grogui y que no den la lata. No se apuren, que el Estado, por mucho que incluya ahora el abuso de ansiolíticos en el plan de drogas, no tiene capacidad de hacerse cargo de la cantidad de menores a cuyos tutores cabría retirarles la tutela. En consecuencia, se hace la vista gorda y si luego los menores se inician en el consumo de alcohol y drogas, la culpa es de la sociedad que camina por derroteros que, de boquilla, a nadie gustan.

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