Mañana comienza un año nuevo. Todos tenemos en la cabeza aquel refrán que dice que 'Año nuevo, vida nueva'. Aunque creo que cada día es una oportunidad que Dios nos da para cambiar el rumbo de nuestra historia, y qué duda cabe que los cierres de años son como un tren que pasa o una oportunidad para hacer balance de cómo va la vida y hacer buenos propósitos. Ocurre en todas las instituciones y en la empresas, que por estos días tienen que hacer balance de cuentas y aprobación de los nuevos proyectos que se quieren realizar el año que viene. ¿Por qué no hacer nosotros lo mismo con nuestras vidas viéndolas y haciendo un balance de cuentas y resultados por fuera y por dentro? Pero te propongo que lo hagas con la intención de ser mejor persona y que la vida vaya mejorando día a día, y no te detengas en un balance que lo que haga es únicamente fijarte en lo que va mal para hundirte personalmente. Será importante invitar a sentarse a la mesa del balance a nuestra conciencia, porque ella, como altavoz de Dios en lo más íntimo del corazón de todo ser humano, es quien mejor nos va a ir indicando qué tal ha ido este año que se escapa. Mirar el pasado para aprender y no repetir errores en el presente y de esa manera actuar de manera diferente y más oportuna en el futuro es el objetivo de este balance que necesitan nuestras vidas. La persona que no coge la vida y la revisa con humildad, optimismo y con ganas de comprometerse con su futuro para mejorar, está abocado a repetir nuevamente el año próximo los errores y fracasos que muy seguramente se llevan arrastrando desde hace ya muchos años. Podrías hacer ese balance, que necesita de tiempo tranquilo en soledad, contestando a tres preguntas básicas: en este año… ¿Qué he hecho bien?, ¿Qué he hecho mal?, ¿Que puedo hacer mejor este año que comienza? No busques muchos propósitos, ve a lo esencial y allí descubrirás dónde está el origen de todos tus problemas, y también el principio de la solución. Cuando hagas el balance, muy probablemente descubras que lo necesario a cambiar en esas cosas esenciales de la vida parecerán difíciles e incluso imposibles. Y es aquí donde te anuncio una gran Alegría: ese Niño Dios que en estos días celebramos que ha nacido, vino para hacer que lo que a ti y a mí nos resulta imposible, agarrados de su mano todo se haga posible, porque para Dios…, nada hay imposible. No tengas miedo a invitar a Dios a este balance, Él te va a dar la fuerza y te va a indicar los caminos de una nueva vida llena de amor y alegría. Corre, búscalo y medita delante de Él. Te sorprenderás. Miremos el pasado con acción de gracias, vivamos el presente con una pasión desbordante y abrámonos al futuro de la mano del Señor con una esperanza alegre. ¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios