Análisis

MIGUEL ÁNGEL MONTERO JORDI

Conversión del pensamiento, del sentimiento y de la acción

"Convertir el pensamiento", además "de las obras y los sentimientos" en la convicción de que "la fe no es un espectáculo". Es la sugerencia propuesta para la Cuaresma por el Papa Francisco en la misa celebrada el lunes 5 de marzo en Santa Marta. Porque afirmó que "es importante no solo lo que yo pienso, sino cómo pienso".

"En este tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión, hoy la Iglesia nos hace reflexionar sobre la conversión del pensamiento" hizo notar enseguida el Pontífice. Sí, "también el pensamiento debe convertirse, no por lo que piensa solamente, sino por cómo piensa". Y precisamente así "también el estilo del pensamiento debe convertirse". Además, según afirmó Francisco, "la Iglesia nos dice que nuestras obras deben convertirse y nos habla del ayuno, de la limosna, de la penitencia: es una conversión de las obras". Se trata en concreto, reiteró el Papa, de "hacer obras nuevas, obras con el estilo cristiano, ese estilo que viene de las bienaventuranzas", así es como lo presenta Mateo en el capítulo 25 de su Evangelio. Es necesario, por tanto, aplicar en nuestra vida el estilo de las Bienaventuranzas. Pero "la Iglesia nos habla también de la conversión de los sentimientos", explicó Francisco, porque "también los sentimientos deben convertirse: pensemos por ejemplo en la parábola del buen samaritano" que nos llama a "convertirse a la compasión". "Sentimientos cristianos", por tanto, afirmó el Papa, junto a "conversión de las obras, conversión de los sentimientos, pero hoy" la Iglesia "nos habla de la "conversión del pensamiento"; no de lo que pensamos, sino también de cómo pensamos, del estilo del pensamiento". Y así conviene preguntarse a sí mismo: "¿Yo pienso con un estilo cristiano o con un estilo pagano?". Pero "el estilo de Dios es otro: sana de otra manera" advirtió el Pontífice. Y se "debe aprender a pensar en un nuevo estilo", se "debe convertir la forma de pensar". "La Iglesia hoy nos invita a cambiar la forma de pensar, el estilo de pensar", insistió el Pontífice. Tanto que "tú podrás recitar todo el Credo, también todos los dogmas de la Iglesia, pero si no lo haces con el espíritu cristiano no sirve de nada". Porque "no solo es importante lo que yo pienso, sino cómo pienso". Y entonces, sugirió Francisco, preguntémonos "con qué espíritu yo pienso. ¿Con espíritu cristiano o con espíritu mundano?". Y "el mismo pensamiento tiene un valor más bien diverso si está de una parte o de la otra". De ahí la importancia de la "conversión del pensamiento", del "pensar de cristiano". Y "el Evangelio está lleno de esto": por ejemplo, "cuando Jesús continuamente dice 'se os ha dicho esto, pero yo os digo esto' cambia el estilo de pensamiento". Lo mismo "cuando dice al pueblo, hablando de los doctores de la ley, 'haced todo lo que ellos os dicen, pero no lo que hacen; creed en todo lo que os enseñan, pero no en la forma de creer que ellos tienen". Precisamente esta es "la conversión del pensamiento". En realidad, reconoció Francisco, "no es habitual que nosotros pensemos de esta manera", y por esta razón "también la forma de pensar, la forma de creer debe ser convertida".

Concretamente el Papa propuso algunos interrogantes para plantearse a sí mismo: "¿Con qué espíritu pienso? ¿Con el espíritu del Señor o con el espíritu propio, el espíritu de la comunidad a la cual pertenezco, o del grupo o de la clase social a la que pertenezco, o del partido al que pertenezco? ¿Con qué espíritu pienso?". Y así, verificando "si yo pienso realmente con el espíritu de Dios, pedir la gracia de discernir cuando pienso con el espíritu del mundo y cuando pienso con el espíritu de Dios". Y por esto, concluyó Francisco, es importante pedir a Dios también "la gracia de la conversión del pensamiento".

Amén.

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