Me llamó la atención el pasado 6 de marzo leer el evangelio del día. Me disteis de comer, de beber, fui forastero y me acogisteis, desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme. Decía Jesús de Nazaret a sus seguidores. A la pregunta de ¿cuándo lo hicimos contigo? la respuesta fue clara: cada vez que lo hicisteis por uno de estos hermanos míos más humildes. Me impresionó que no dijera que me coronasteis de oro y piedras preciosas, de sayas bordadas en oro, pasadores en los puños de la camisa, cíngulos dorados, maderos que no recuerdan el árbol. No demanda ninguno de los atributos barrocos de nuestra querida y bella Semana Santa. Las organizaciones cofradieras se enfrascan en cómo repartir los beneficios del alquiler de las sillas, en proponer subvenciones por el beneficio a la hostelería y a las empresas turísticas. Protestan no sé de qué en la catedral. Todo muy laico.

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