En esta ciudad a veces somos más papistas que el papa. Cierto es que con ese rollo de la transaparencia que los políticos quieren vender ahora, se entiende que en muchos casos, más si cabe cuando existe polémica en torno a un asunto, se intente ser lo más pragmático posible tratando así de dejar claro, al menos de cara a la opinión pública, que se sigue un criterio de rigurosidad elevado. Digo esto porque viendo las cifras de asistencia del Gran Premio de Valencia, 110.050 aficionados según el Circuito de Cheste, se te queda la cara de lelo cuando se compara con los números ofrecidos este año por el Ayuntamiento jerezano, 63.350. Evidentemente, es comprensible la postura de Mamen Sánchez, cuando en abril dejaba entrever el engorde anterior, pero ya se sabe, en un mundo en el que el márketing y la fachada son elementos fundamentales, cuando uno compara las cifras, la que pierde es Jerez, que de cara al espectador ha pasado a ser (supuestamente) la que menos público ha tenido. Ya lo dice el chiste: 'Tú sigue hablando mal del burro a ver quién lo vende'.

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