Oficiosamente el verano comenzó ayer. En esta ciudad es sabido que cuando acaba la Feria se da el pistoletazo de salida a la temporada estival. Y no me refiero a la de los hoteles, sino a la de la indumentaria. Cierto es que la Feria la hemos tenido que soportar, por suerte, con cierto aire fresco, pero les advierto que el verano ya está aquí. Un tiempo que, personalmente, a mí me gusta, excepto en los días de levante, claro, como a todos, que vuelve la cabeza loca al más cuerdo. Unos meses para los que hay que concienciarse, sobre todo, las mujeres. Puede parecer una banalidad pero, no hay cosas más 'temida' que el cambio de la temporada de ropa. Guardar la de invierno, sacar la de verano se convierte a veces en una tarea odiosa, palabra que he escuchado de muchas. El gran sueño imposible de tener un inmenso vestidor ronda la cabeza en mayo y en octubre. Maldices entonces la serie 'Sexo en Nueva York', tan irreal pero tan fantástica vida de las cuatro amigas. Y mientras sueño, me subo en zapatillas a la escalera para bajar del altillo las cajas. Glamour flamenco. 'Ni eso, ni Nueva York'.

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