Cuando alguien se acostumbra a tomar en las comidas una buena botella de Moët & Chandon es complicado que pase a beber mosto sin alcohol elaborado con azúcares.

Algo parecido parece darse en nuestra Semana Santa con aquella lúcida idea que se tuvo en su día de montar palcos y no sillas para ver las procesiones. La parcela en la que cada abonado se encuentre con una cierta independencia del resto es ahora una asignatura pendiente de complicada solución. La enésima modificación de la carrera oficial podría quedarse como una solución a medias como consecuencia de unos palcos a los que ya no se pueden renunciar y que no caben en el lugar en el que todos los hermanos mayores se pondrían de acuerdo: el monumento de las cofradías. No hay espacio físico a pesar de querer acometerse una doble fila de palcos en algunas zonas de Larga y una restructuración de la tribuna del Arenal.

Sólo las gradas podrían ofrecer la solución definitiva a la carrera oficial. Gradas que, según cuentan en Málaga, están presentes con ruedas para moverse cuando la zona quede despejada. Así sería posible abrir al tráfico rodado el nudo que significa la confluencia de Porvera con Cristina. Si finalmente el monumento del marqués de Domecq es la única solución posible, poco se ha arreglado. El tráfico seguirá sufriendo la colocación de los palcos y algunas cofradías apenas acortan sus recorridos. Para llegar unos metros más allá, determinadas procesiones tendrían que dar una vuelta que les haría estar más de media hora en la calle.

Si al abonado lo mandamos a la quinta fila y sin lindes que separe los paquetes de pipas de cada grupo, bajará la demanda de ver las cofradías sentados al comienzo de la carrera oficial. O no... Si con pagar un sitio en una grada hay un ahorro en el bolsillo. Se podría jugar con una tarifa de precios y los palcos subirían en su montante. El caso es que llegar a la plaza Rivero y ver al fondo el palquillo sería lo ideal. Pero nadie parece estar dispuesto a una insurrección de abonados. Ni tampoco al cuantioso montante en el reparto de las sillas.

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