Los españoles somos más ricos que los italianos. El enfoque del FMI sobre la realidad económica española, rápidamente refrendado por el ministro de turno, peca de optimista. Por mucho que España haya superado por primera vez a Italia en el indicador de riqueza de los ciudadanos -el PIB per cápita en capacidad de poder adquisitivo-, los españoles siguen siendo igual de ricos, o de pobres, que ayer, sólo que ahora, y más por sus deméritos que por méritos propios, estamos por delante de los italianos y de su desorbitado endeudamiento. Pero no se llamen a engaño. Seguimos a la cola de Europa, junto a Italia, en el ranking de los más ricos, o si se prefiere, estamos a la cabeza en el de los pobres. Habría sido más lógico enfocar la noticia al revés: Los españoles somos menos pobres que los italianos o los italianos son más pobres que los españoles. Cualquier de estos dos enfoques refleja mejor la realidad de dos naciones condenadas a ser la servidumbre de los países ricos, de los que nos separa tanta distancia que sería insultante usurpar el adjetivo reservado para los que tienen dinero de verdad.

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