Atesora nuestra diócesis una enorme calidad en lo que a imaginería se refiere. Y quiero hacer hincapié en el entorno diocesano ya que los cofrades somos especialmente proclives a no ver más allá de nuestras narices. De esta manera, cada vez menos, eso sí, no valoramos lo suficiente imágenes que no se encuentren en el epicentro de nuestras devociones cofradieras.

Así, un autor de enorme calidad como puede ser Juan Luís Vasallo no es valorado lo suficiente ya que en Sevilla no tiene ninguna imagen titular de cofradía alguna. Y sin embargo a nivel académico artístico es autor de obras de una importancia altísima como el retablo de la Iglesia del Salvador de Úbeda, donde reinterpreta de forma magistral el desaparecido en la guerra civil, obra de Berruguete. Y en la diócesis nos legó entre otras, la maravilla del misterio de la Oración en el huerto, el Cristo de la Expiración y en Benaocaz la imagen de la Virgen del Carmen, obra contemporánea y valiente.

En nuestra diócesis como dije , encontramos grandes obras de arte desde el renacimiento más temprano hasta el siglo XXI que ahora estamos viviendo. Obras, en su mayoría repletas de unción, que han llevado a muchas generaciones a postrarse a sus pies para rezar ante Cristo y la Virgen , interiorizando el momento de la pasión que era representado. Los imagineros reflejan en sus imágenes su mundo interior, más o menos sereno y en ocasiones tremendamente convulso , transmitiéndonos su fe y devoción. Así, creo que es buena idea contemplar imágenes de Cristo en un mismo momento de la Pasión para ver como despiertan nuestra piedad y devoción a través de interpretaciones completamente distintas.

Actualmente en Andalucía existe una generación de escultores magnífica. Sí, es verdad, que se echa en falta ese paso adelante que de alguna manera dieron otros como por ejemplo Ortega Brú, el ya mencionado Juan Luís Vasallo o nuestro recordado Paco Pinto, que les hizo romper con el neobarroco inundando su obra de las tendencias contemporáneas de su tiempo. De todas maneras la juventud de muchos de ellos les llevará , como ocurrió siempre con los grandes autores a una evolución de la obra hacia nuevos modelos que sin duda serán bastante más expresionistas que aquellos con los que comenzaron.

También pienso que algunos autores actuales encuentran grandes dificultades a la hora de plasmar esa unción de la que hablé antes, y no es raro encontrar obras hiperrealistas de una calidad técnica insuperable pero que difícilmente instan al cofrade a rezar ante ellas. Y esto indudablemente es un problema.

Estos días, el Cristo de la Agonía de Vergara ha sido expuesto tras su restauración por el IAPH en la Cartuja de Sevilla. Creo que los que se hayan acercado a verlo no olvidaran el momento en que se encontraron cara a cara con la que para mí, es la imagen de Cristo crucificado más portentosa del barroco andaluz. Cristo, con más de dos metros, con toda la fuerza de quien va a resucitar grita al mundo para que se arrepienta, pero nos conmueve por la compasión de su mirada. Ha sido su contemplación tras su restauración una bocanada de aire fresco en el recuerdo común de la imaginería andaluza de otro tiempo, que por los avatares de la historia de su donante fue realizada por Juan de Mesa para la localidad guipuzcoana de Vergara.

Me dicen que el obispo de San Sebastián va a llevar la imagen a la catedral por un tiempo, aunque ya ha vuelto a la Iglesia de la localidad para la que fue tallado. Creo que es una decisión acertada aunque sin duda allí no habrá traslados con cornetas y tambores. Pero es que aquello, no lo olvidemos, no es Andalucía y no entienden como llegan al alma las imágenes bañadas de sol en la primavera ni la relación tan especial que tienen los feligreses con las imágenes. Aquí todo se transforma en cuaresma ¡Como Dios Manda!

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