La familia es lo primero. Se trata de una frase que muchas personas llevan marcadas a fuego en la piel y, en ocasiones, en el cerebro. No es que no esté de acuerdo, pero habría que matizarla. Mi familia será lo primero siempre y cuando lo merezca. Igual, al contrario: yo debería ser lo primero para mi familia siempre y cuando me lo merezca. No es por nada, es que me llama la atención que un padre siempre tenga que defender a su hijo. Y viceversa. ¿Por qué? El otro día escuché al padre del joven detenido en Torrejón de Ardoz decir que su hijo no era conflictivo ni agresivo en COPE. Bueno, es su opinión. La madre del ultra del Betis que agredió a un hombre en la plaza Nueva de Bilbao también dijo ante los medios que su hijo es "un niño bueno". Bueno, es su opinión. No hace falta que defiendan a su hijo si no lo merece. Es un problema que también se sufre en los colegios e institutos. No, su hijo no es un santo. Es más, algunos padres quedan en ridículo por defender a sus hijos. Patético. Papá, mamá, no me defendáis.

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