Este pasado fin de semana tuve la oportunidad de asistir como jurado a un certamen de debates. Además de congratularme por la forma en la que los estudiantes defendían las posturas que les caían en suerte (algunas de ellas indefendibles en toda regla) me percaté de las numerosas ocasiones en las que hacían alusión al Estado como el ente salvador de los problemas del ciudadano y de toda la sociedad. El Estado es esencial, a nadie se le escapa, si bien se nos olvida (tanto a mayores como a jóvenes) que a esas seis letras grandilocuentes le damos sentido todos y cada uno de nosotros. Es otro de los grandes vicios nacionales: no percatarnos de que el Estado somos todos. Este vicio se une a prácticas tales como la que describe el dicho popular 'disparar con pólvora del Rey', es decir, no reparar en que lo público es de todos y creer, además, que es gratis y no tiene fin. Recuerden aquello de "El dinero público no es de nadie". Y así nos luce el pelo, con dos ex presidentes de la Junta sentados en el banquillo de los acusados.

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