Análisis

Pilar cernuda

Un Parlamento nunca cayó tan bajo

Los independistas han hecho saltar por los aires la Cataluña democrática y seria

Fue muy dura Soraya Sáenz de Santamaría al calificar lo sucedido en el Parlamento catalán como "una patada a la democracia", pero no erraba la vicepresidenta: nunca se había visto en España un espectáculo tan bochornoso como el de ayer. Con un Parlamento que no aplica ni su propio reglamento, ni los artículos de su Estatuto de autonomía. Forcadell, que ha llegado al culmen de su ineficacia y trapacería, dejó por los suelos la imagen del Parlamento que todavía preside. Además de impedir el obligado debate que precede a la aprobación de una ley, no aceptó las decisiones de los funcionarios más relevantes del Parlamento encabezados por su letrado mayor, que se emplearon en hacer cumplir la ley y se negaron a firmar lo que la presidenta les plantaba para que estamparan su rúbrica.

Nunca un Parlamento español ha caído tan bajo, nunca un Gobierno autonómico español ha caído tan bajo, aunque sus dos máximos representes, Puigdemont y Junqueras, mostraban una sonrisa cínica impropia de la gravedad de la situación. Probablemente pretendían demostrar con esa sonrisa su absoluta falta de respeto a las leyes, a la Constitución y a España, pero más les valdría andarse con tiento porque mientras mantenían ese gesto ridículo en una sesión parlamentaria infame, sucedían cosas de gravedad extrema.

Rajoy daba instrucciones a la Abogacía del Estado para que elevara al Constitucional la nulidad de los acuerdos que pudiera tomar ayer en el Parlamento catalán, entre otros la aprobación del referéndum. Artur Mas pedía que los catalanes contribuyeran con dinero para pagar la cantidad que el ex presidente y varios de sus consellers estafaron a los catalanes promoviendo una consulta ilegal. La CUP anunciaba manifestaciones que dejan en ridículo a un Junts pel Sí a los que mangonean políticamente. Las tres asociaciones judiciales más importantes en Cataluña advertían que no aplicarán las leyes de desconexión y expresaban su lealtad a la Constitución. Y el Gobierno presentaba ante la Fiscalía una querella contra Forcadell y advertía que tiene todo preparado para hacer cumplir la ley, incluidas acciones penales contra aquellos que las incumplan.

La fuerza del Gobierno está en que defiende la ley frente a quienes prevarican y, también, en que cuenta con el respaldo del PSOE y Ciudadanos, mientras que el PDeCAT y ERC solo tienen a su lado a una CUP que les marca el rumbo, mientras Podemos y En Comú se ponen de perfil a la espera de los acontecimientos.

Los independentistas han hecho saltar por los aires la Cataluña democrática, la Cataluña avanzada, emprendedora, seria y europeísta, convertida en un ejemplo de cómo no se cumple la obligada separación de poderes legislativo y ejecutivo y se desprecia la Constitución votada por la mayoría del pueblo catalán en 1978. Puigdemont y Junqueras soñaban con que Rajoy enviara los tanques, pero se han encontrado con que las armas que utiliza Rajoy, de acuerdo con Sánchez y Rivera, son más sutiles y mucho más eficaces: las de la Justicia. El Tribunal Constitucional, la Fiscalía General, el Supremo, los tribunales ordinarios... las leyes. Y quienes no las cumplen se pueden dar por muertos políticamente.

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