Durante años fueron santo y seña del hombre en estas latitudes. Una obra repleta de albañiles oscilantes en los andamios era un verdadero peligro para los oídos de cualquier mujer que por allí pasara. Normalmente, hay que reconocerlo, tenían un poso zafio y repugnante. La Junta, que como es habitual en los últimos años corta por donde puede sin anestesia, los quiere suprimir al considerarlos una forma de machismo. Esperemos que después haga lo propio con las diademas de las despedidas de soltera, que son igualmente desagradables. Pero mire usted por dónde que estoy convencido de que eso no va a pasar. Pese a todos los registros de estos tiempos de lo políticamente correcto (¡qué hartura por Dios!) no debemos olvidar que ha habido piropos que han pasado a la historia, como fue aquel atribuido al matador de toros 'El Gallo' dedicado a una joven vestida de luto riguroso: "¿Quién se ha muerto en el cielo que hasta los ángeles van de luto?". Convendrán conmigo que más que piropo es pura poesía.

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