Análisis

Susana Esther Merino Llamas

Septiembre ante tu Merced

Un septiembre más, abrazado por las cepas que recién cortadas, vuelven a buscar sus raíces en esa tierra albariza que tanto sabe de historia y de tradición. Historia que se repite en estos días donde, casi sin darnos cuenta, las horas de sol van desapareciendo tímidamente, como de puntillas, dando paso a la luna de plata que ha sido cincelada por ese fervor que vuelve a empapar de rosarios y letanías los muros del señero templo donde mora la que es regidora perpetua de su Jerez.

Sí, de "su" Jerez. Porque Ella, Nuestra Señora de la Merced Coronada, es la que se adueña del corazón y del alma de cada hijo que se postra ante sus morenas plantas. Y es que cada peldaño de la escalera que nos conduce a su camarín, donde nos aguarda nuestra Madre día a día, está alfombrado por las huellas de quienes buscamos el cobijo de su manto, para dejar bajo él nuestras duquelas, nuestras rogativas, nuestra infinita gratitud por tantos favores alcanzados.

Del mismo modo, podemos decir que Jerez entero es el custodio de su Patrona, además, por supuesto, de los padres mercedarios que viven bajo su atenta mirada y velan por Ella desde que despunta el alba hasta que la noche reposa sobre la fachada del templo basilical.

Lo que no es cuestionable, imperen las modas o los intereses de turno que sean, es que casi ochocientos años de vida de la Orden Redentora de Cautivos y una historia jerezana que se ha ido fraguando ante su hermosa efigie, es más que suficiente para afirmar que la devoción y ese cauce de fervor que late cada septiembre ante su Merced, es ese cordón umbilical que sustenta su patronazgo; no en vano, como bien reza en su oración, "eres el honor del pueblo jerezano que se ennoblece con tu patrocinio…".

La Virgen de la Merced es Jerez, y Jerez es la Virgen de la Merced. Habrá quienes, con todo su derecho por supuesto, difieran sobre si es mayor o menor el nivel devocional durante el año, pero esa basílica donde podríamos colgar (con todos los respetos) el "no hay billetes" en estas jornadas venideras de su novena es un hecho sintomático de que, en definitiva, acabamos acudiendo a su llamada para acabar celebrando el día grande de todos los jerezanos, el 24 de septiembre, acompañando a nuestra Patrona en su transitar por nuestras calles, que una vez más, quedarán cubiertas por la fragancia de la pureza de sus nardos.

Y como reza en su oración…"bendícenos como Madre cariñosa, y no nos niegues tus Mercedes".

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